Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/237

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relaciones futuras de los pueblos; convencido de que era el legado de la providencia y el representante de los apóstoles en las naciones á donde se dirijia, atribuia al cielo su fuerza misteriosa. Ni el protestantismo lo niega, puesto que dice por boca de uno de sus escritores, que Colon se consideraba en su empresa solemne como escudado por el altísimo.[1] En vano se abrian delante de las proas de sus carabelas ilimitadas llanuras, porque lejos de atemorizarle lo infinito, solo era para él un motivo de grandes investigaciones. Con la conciencia de lo alto y sublime de su mision, y sabiendo que aquel viaje, comenzado en nombre de la santísima Trinidad,[2] redundaria en mayor gloria suya y provecho de la relijion cristiana, ni temia los peligros, ni le rendian las fatigas, como lo escribió al jefe supremo de la Iglesia.[3] No obstante su confianza, lejos de reposar tranquilo en los favores del cielo, su prudencia le obligaba á permanecer noche y dia sobre aviso, y como era responsable á Dios y á la reyna de las almas de los que estaban á su cargo, no cedia á nadie el cuidado de velar por ellos. Salvo las horas durante las cuales se encerraba en su cámara para orar y recitar los oficios de los franciscanos, conforme á la costumbre que contrajo en el convento de la Rábida, pasaba los dias y las noches sobre la toldilla, vijilando el timon, observando la mar, el viento, los astros, y subiendo á veces á las cofas para alcanzar mayor distancia, y juzgar mejor de los parajes por donde navegaba.

Aislado por su gusto de la etiqueta, se entregaba libremente á la contemplacion de las obras del

  1. Washington Irving. Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colon, lib. III. cap. III.
  2. ”Partí en el nombre de la santísima Trinidad y volví prontamente con la prueba en las manos de cuanto habia anunciado.” Cristóbal Colon. Prólogo de la relacion del tercer viaje dirijida á los reyes.
  3. ”La cual razon me descansa y hace que yo non tema peligros, etc.” Carta del almirante á su santidad. Febrero de 1502. Docum. diplom. núm. CXLV.