diversas formas, las mas altas y graciosas que nunca he visto, y una infinidad de otros árboles elevados y verdes, el canto de los pájaros y la frescura del campo dan á este sitio, serenísimos principes, una tan maravillosa magnificencia, que escede en encanto y hermosura lo mismo de noche que de dia á las demás; lo cual me hace decir á menudo á los que me rodean, que cualesquiera que fuesen mis esfuerzos para estender una relación completa á sus altezas, ni mi lengua podría decir toda la verdaci, ni mi pluma escribirla. Y es tan cierto que me hallo confundido en presencia de tanta y tan superior belleza, que no sé como espresarla, porque si os he relatado con respecto á las otras rejiones, y acerca de sus árboles, de sus frutos, de sus yerbas y de todas sus cualidades tanto como pude; pero no como debí, de esta todos afirman que es imposible exista en el globo otra mas hermosa. Ahora callo deseando que la vean otros, que quieran describirla; pues conozco cuan poco puede ser considerado por mí su mérito, y que puede ser afortunado en boca ó pluma de otro.[1]
Como entre los mas grandes favores que Dios le otorgó, tuvo Colon la dicha de ir siempre disfrutando progresivamente de tantas cosas, cada vez mas admirables, y de conservarse en buena salud, decia: "Gracias al señor, ni uno solo de los hombres de mi tripulación ha esperimentado hasta ahora, ni el mas leve dolor de cabeza; ninguno ha guardado cama por enfermedad, á no ser un anciano marinero, que sufrió toda su vida de mal de orina, y se encontró curado al segundo dia de llegar aquí.[2] Lo que digo del estado sanitario, prosigue, comprende la tripulación de los tres buques."[3]
- ↑ Fernando Colon. Vida del almirante, cap. XXIX.
- ↑ Esto nos recuerda que el comendador Poincy curado de la gota, por haber permanecido en la Martinica, inspiró á Scarron el deseo de ensayar los climas coloniales. El duque de Noailles. Histoire de madame de Maintenon t. 1, cap. V, p. 162.
- ↑ Porque, loado nuestro señor, hasta hoy de toda mi jente no ha