Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/368

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No perderemos el tiempo en demostrar lo absurdo de semejante historieta por lo ridículo de su inverosimi- litud, pues carece de sentido y de sal, y nada prueba, ni esplica, ni podria deducirse de ella ninguna conse- cuencia: ni es respuesta, ni alusión, ni ofrece en último resultado otra cosa que una especie de mal jénero. ¿Rompiendo un huevo por la punta, cuando lealmente se trataba de ponerlo en equilibrio, habia de manifes- tar el virey la causa de su descubrimiento? ¿Con tan poco tacto, y razón de tan pésimo gusto hubiera probado Colon su jénio superior y su constancia? ¿Habria espli- cado los favores que á manos llenas derramaba sobre él la diviníjL providencia y justificado el éxito de su teoria, basada en errores científicos, con artes de titiritero y de titiritero torpe, por no decir tramposo? Las circunstancias de tiempo y de lugar desmienten no menos la imbécil anécdota que nos ocupa, porque, ¿quién se hubiera atrevido, ya fuese en la mesa de los reyes, ya en la del gran cardenal á dirijir una pregunta tan fuera de propósito al virey de las Indias? ¿quién, re- petimos, se hubiera permitido una pregunta tan des- atenta como irrespetuosa? y, ¿cómo es posible que el al- mirante olvidara la etiqueta hasta el estremo de dar ór- denes en presencia de sus augustos huéspedes, pidiendo le trajesen un huevo? ¿Fuera esto compatible con el nú- mero y calidad de los convidados? Ninguno de los historiadores españoles ha hecho men- ción de esta insípida anécdota, y solo el milanes Giróla- mo Benzoni la refiere, trascordado sin duda, porque, es- tamos convencidos de ello, el cuento del huevo es de oríjen italiano, y hasta pensamos que Colon en su tierna infancia oyese á su madre repetirlo, pues con visos de verdad se atribuye al célebre arquitecto Brunellesco, en cuya boca, por mas insulso que sea, no parece imposi- ble. En torno de una mesa de taberna pudieron unos artistas florentinos, rivales y envidiosos, venir á usar de esas preguntas y metáforas picarescas, en que no hay