Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/414

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bre, no eran mas que partículas de mica, ó granos de una materia parecida al oro, que el oro trabajado que daban los naturales era el fruto de ahorros de familia, apu- rados ya en los cambios precedentes, y que en lo porve- nir no podria encontrarse mas. Estas palabras acabaron de desalucinar á los descontentos, que para tornarse en sediciosos, no necesitaban sino un jefe, y lo encontra- ron en la persona de un funcionario, escojido por los re- yes, llamado Bernal Diaz de Pisa, teniente de pagador jeneral. Aprovechándose de la enfermedad de Colon, imaji- nó abrir una especie de sumaria contra él, de hacer cer- tificar por medio de numerosos testimonios, que engaña- ba á los reyes con relaciones falsas, y que no habia mas que esperar que la ruina y la muerte en una isla llena de jarales impenetrables, y habitada por jentes estupidas y desnudas, propias para aquel pais. Un tal Gaspar Terris, que se creia fuera del alcance de la ley, porque en su calidad de aragonés no era justiciable por la rey- na de Castilla,^ fue el instigador mas activo de la rebe- lión. Bernal Diaz debia apoderarse durante la noche de los buques, con los que estaban por él; pero en el mo- mento mismo en que iba á ejecutarse el complot, el al- mirante descubrió la trama, é hizo prender al principal motor, sobre quien se encontraron escritas de su puño y letra las pruebas del delito, con los nombres de los cómplices. Colon pudo haberlo hecho juzgar en el acto con todo el rigor de las leyes; pero se linútó á asegurar- se de su persona, y enviarlo á España con las piezas de la sumaria, para que los reyes hicieran justicia por sí mismos. Su clemencia es la admiración de los historiado- res, tanto que Washington Irving no puede menos de decir: El almirante se condujo con mucha moderación. Muchos de los cómplices fueron castigados según su gra- . Oviedo y Valdes. Kisloria natural y jeneral &c. lib. II. cap.

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