Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/416

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un estrecho, y quebrado desfiladero, impracticable á la caballeria. Era el único camino que conducia directamente á Cibao, y la vejetacion y aspereza del terreno detuvieron á todo el cuerpo espedicionario.

Entónces, á una caballeresca invitación del almirante, algunos nobles que sabian el oficio de gastadores, organizados por Isabel, pusieron briosamente manos á la obra, y entusiasmando á las primeras filas, abrieron en pocas horas camino á la tropa: en honor de lo cual se puso á este sitio Puerto de los Hidalgos.

Una vez desembarazado de tropiezos, el ejército pudo desde la cumbre de la montaña contemplar una llanura inmensa que iba prolongándose hasta el horizonte, cruzada por muchos rios que serpenteaban llevando frescura y vida á sus orillas, en las cuales la opulenta vejetacion de los trópicos prodigaba un lujo indescribible. El arte de los indíjenas, secundando á la naturaleza, habla hecho de aquel paraje un jardín encantador al trazar huertos, verjeles, bosques, prados, templetes de follaje, y sembrarlo de alegres viviendas.

A la vista de tan deliciosa perspectiva, y profundamente conmovido, el contemplador de la creación detuvo su caballo, y mandó hacer alto á la columna, para poder admirar á sus anchas aquel cuadro, elevar su alma al autor de tales bellezas, y bendecirlo públicamente por las magnificencias que le prometía descubrir:[1] á esta llanura, la mas hermosa del mundo, puso el nombre de Vega Real.

Al acercarse á las habitaciones, las trompetas y los tambores rompieron á un tiempo, y sobrecojldos de admiración, acudieron los Indíjenas delante de los poderosos estranjeros para contemplarlos respetuosamente, y ofrecerles las frutas y el oro de que podían disponer, mientras otros, atemorizados, huyeron, ó se encerraron en sus cho-

  1. "Prendado de su estremada belleza y bendiciendo al criador."— Muñoz. Historia del nuevo mundo, lib. V. § VI.