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PATAGONIA.
autor del viaje á la América meri-

cTional puede darnos acerea de los piieblos auc no ha visitado de la Tierra del Fuego, no deja de ser muy sensrbte , por la concerniente á íosFueguenses,que no se hayan pu- blitíJatio todavía sus observaciones circunstanciadas sobre las lenguas de las naciones australes. Este pre- cioso trabajo nos hubiese permitido examinar la conexión exacta d^ los idiomas fueguenses , de aue King nos ha dado una idea , eon la lengua de los Patagones , y de justificar en- tre otras cuestiones, si la emigración asiática , probada por Malte-Brun y c>th)s jeógrafos, lle^jó á estenderse hasta la otra parte del Chile ; es de- cir, hasta el archipiélago de la Tier- ra del Fuego.

No dudamos que el nuevo voca- bulario, de cuyo es tracto acabamos ^e dar una idea, llamará seriamen- te la atención de las |jersonas inteli- jentes , porque las lenguas fueguen- ses ofrecen un elemento de compara* clon de que hasta este momento se carecía.


ISLAS MALVINAS.


DESCRIPCION JENERAL.— Las islas Malvinas, llamadas, de Falkland por los Ingleses , se componen de dos islas principales ; la Soledad al esté* y la de Falkland al oeste , ro- deadas de una multitud de islotes, Cüyó número , según algunos auto- res, asciende á ciento y setenta. Están situadas casi á la altura y á ochenta leguas del estrecho de Magallanes. Ocupan un espacio de setenta leguas del este al oeste , y de cuarenta le- guas de nortea sur, espacio com- prendido entre los 51^5' y 52^46' de latitud austral, 60° y 63°30' de lonji- tud oeste.

La fisionomía jeneral de las Mal- vinas es singularmente triste. Mon- tañas escarpadas y á veces corta- das á pico ; acantilados de rocas parduscas , quyo pié está incesante- mente combatido por las olas de un mar turbulento ; playas de are- na, donde no se oye masque el sil vi- do de vientos desencadenados y los •oncos y penetrantes graznidos de las aves y anfibios ; numerosos apeones separados unos deotrps por puntas peñascosas, y cuyas orillas solo ofrecen una veietacion enfermi- za; cerca de aqueÜas enseñadas có? modas y espaciosas , sombríos isloi tes ó escollos que sirven de asilo á los leones marinos; en ló interior llanuras inmensas , semejantes por su uniformidad á los pampas de la. América meridional, y por las cua-, les se estienden en redes monótonas los largos tallos de matas rastreras ; por acá y acullá arroyos y riachüe- fos adonde van á beber los anima- les salvajes; barrancos en que el ba- salto eleva su columna regular ; mo- les sólidas , reunidas en un desor- den espantoso ; tales son los objetos en que fíjala vista el viajero en aquel inmenso archipiélago. No es decir f)or esto , que en sugunas de aque- las islas tan numerosas , no encuen- tre la vista en que detenerse en aquellos paisajes menos melancóli- cos. Los manojos de yerbas y la abundancia de las aguas corrientes dan á ciertas localidades un aspecto mas alegre ; millares de pájaros de diferentes especies animan aquel cuadro con sus vuelos y helguetas. A veces también un navio fondead o ó un campamento de pescadores,, establecido en la playa, acreditan al observador que aquel rincoil del mundo no está olvidado de los hom- bres.

La configuración del terreno de aquellas islas, la naturaleza de aque- llasmontañas que varian su superfi- cie; la existencia de una especie de lobozorra, que á pesar de los caraclé- , tes, en aparencia diferentes, es de la misma raza que habita en la Pata- gonia y la Tierra del Fuego; los nu- merosos vestijios de volcanes estin- guidos , y otros hechos que no que- remos enumerar en una relación tan corta , parecen indicar que las Malvinas han sido separadas de los países magallánicos por alguna re- volución súbita y terrible. Tal es en efecto la opinión de algunos nave- gantes que han esplorado el grupo de Falkland. Otros piensan que es- tas islas han sido abortadas del seno

del abismo, á consecuencia de la ba-