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LOS GREMIOS SEVILLANOS

en que por cualquier circunstancia vemos que se trata de nuestros artífices y oficiales mecánicos, la historia nos los presenta formando grupos separados, en razón de sus oficios, en el campamento establecido por San Fernando, durante el cerco de Sevilla; y una vez conquistada esta ciudad y concedida á ella por aquel monarca el fuero de que gozaba Toledo, á cada gremio hubo de designarle una calle especial, como ocurrió en las demás ciudades de España, una vez reconquistadas. A este propósito dice el Sr. Tramoyeres en su notable obra recientemente impresa,[1] «La mayor parte de las calles donde estaban ó está la casa del gremio, tomaron el nombre del oficio que tenía allí su domicilio social; otras calles lo adquirieron por hallarse ocupadas por individuos que ejercían una misma profesión» . En nuestro concepto, y refiriéndonos á Sevilla, creemos que de la primitiva distribución que se hizo á los gremios, de las calles de esta ciudad, proceden los nombres con que algunas de ellas nos son conocidas; como ocurre con las de Conteros, Odreros, Chicarreros, Chapineros, Bancaleros, Manteros, Colcheros, etc., así como las de Borceguinería, Carpintería, Cañaverería, con otras muchas más cuyos nombres han desaparecido, por la funesta manía de que adolecen los municipios actuales que borran de una plumada estas antiguas memorias, tan importantes para la historia de las poblaciones. Aquella exigencia legal de que cada gremio tuviese su calle particular, permanecía en vigor en los albores del siglo XVI, por cuanto en el libro I de escrituras de Francisco Sigura, hay una, con fecha de i de Agosto de 1 501, en la que consta que las Reyes Católicos dispusieron que los correeros residiesen en la calle llamada de la Correería; de lo cual se deduce, que en la mencionada época cumplíanse los anteriores mandatos reales que obligaban á los artífices de cada profesión á morar en sitio determinado de la Ciudad.

Reunidos por lo tanto, viviendo en una comunidad tan estrecha, y no olvidando además lo que ocurría en las demás capitales de Europa entonces florecientes, parece natural que los ar-

  1. Instituciones gremiales de la ciudad de Valencia, Pág. 93.