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restauración de tan hermosa rama artístico-industrial, teniendo la satisfacción de que nuestros esfuerzos no han sido estériles; antes por el contrario, hoy el nombre de la cerámica trianera goza de crédito envidiable y sus productos son conocidos y estimados dentro y fuera de España. Ahora bien, realizado este segundo renacimiento ¿permanecerá estacionada ó seguirá la ley ineludible del progreso? Fácil creemos la respuesta. Si nuestros fabricantes se convencen como antes dijimos, de que sin la instrucción no hay adelanto posible, lo conseguirán; si por el contrario continúan por el rutinario sendero que hasta aquí, quedarán paralizados indefinidamente.

Para conseguir el adelantamiento en esta industria es indispensable que patronos, artífices, pintores decoradores y cuantos se ocupan en la fabricación cerámica estén familiarizados, por lo menos con el conocimiento de la historia general del arte, y con la particular de esta industria artística en Sevilla, donde existen tantos y tan excelentes modelos en que inspirarse; no olvidando que vale más la copia fiel de cualquiera de aquellos, que aspirar á la realización de composiciones originales sumamente expuestas á lamentables extravíos.

A los ceramistas, pues, corresponde poner de su parte la adquisición de conocimientos, así como á los gobiernos proporcionarles la facilidad de obtenerlos.

Ahora que nuestros gobiernos se han persuadido de la necesidad de fomentar la restauración de nuestras industrias artísticas, puesto que son inagotables fuentes de riquezas, á ellos toca en primer lugar poner los medios para alcanzarla; y Sevilla debe exigirlo así. Las importantes fábricas cerámicas de La Cartuja y de San Juan de Aznalfarache, las de los Sres. Mensaque y Soto, Jiménez Hermanos, Ramos Rejano y Viuda de Gómez, ocupan miles de operarios, que son los llamados con sus patronos á realizar el adelanto que se reclama. Para ello es indispensable crear centros docentes donde acudan, y promover la enseñanza por cuantos medios se estimen oportunos. De lo contrario, posible es que volvamos de nuevo á otra decadencia.

Después de lo dicho, el lector juzgará cómo hemos realizado nuestros propósitos, y desde luego acatamos su inapelable fallo.

Sevilla 15 Noviembre 1903.