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PERÍODO MUSULMÁN

table desenvolvimiento en los últimos años del siglo VIII y en los primeros del IX, comenzando en éste su decadencia, al declararse España independiente y al constituirse, de la misma manera, varios principados en la Persia y en la India. En aquella época las ciudades de Alejandría, el Cairo, Sour, situado sobre el emplazamiento de Tiro; Alepo, Antioquía, Damasco y Trípoli, fueron los centros del gran adelanto artístico-industrial y del más activo comercio con el Occidente, cultivándose en particular, entre otras industrias, las textiles, la del papel, la de los vidrias y la cerámica.

En el siglo X continuaba la desmembración del imperio. Bagdad perdió su carácter de capital y el verdadero centro militar y político del islamismo, establecióse en el Cairo, así como el foco de la civilización hispano-arábiga fijóse en Córdoba, representado por el califato.

Conocido es de todos el esplendor y magnificencia que caracterizó al imperio de los árabes occidentales, así como el engrandecimiento de la fastuosa capital, que llegó á ser émula de las celebradas ciudades del Oriente. Monumentos públicos religiosos y profanos la enriquecieron hasta un punto, que parece inverosimil: artistas y filósofos, astrónomos y médicos, mecánicos y artífices, poetas y. literatos, venidos de las más apartadas regiones del Oriente, ó formados en la misma metrópoli, dieron universal fama á los centros docentes y á las sabias academias, escuelas y bibliotecas, que patrocinaban generosamente califas de imperecedero renombre, como los Abder-r-rahman y Al-Haquenes, sobre todo el segundo, príncipe el más esclarecido, por su amor á las letras, de cuantos han reinado en España. El florecimiento por lo tanto, de la gran ciudad, extendióse á todas las esferas, en los tiempos del último califa citado, cuyo palacio contenía una magnífica biblioteca, y en el cual estableció vastos talleres en que trabajaban miniaturistas, escribanos de letras, encuadernadores, etc. Con tal espíritu de cultura no era de extrañar, que á su vez alcanzase al desenvolvimiento de las artes industriales, que llegaron á su mayor esplendor, como reflejo que fueron de las celebradas del Oriente. La construcción de la singular aljama erigida por Ab-