Página:Julio Cortázar y el relato fantástico.djvu/11

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nerla, por crear una nueva realidad. Así se presenta, por lo general, su cuentística: puertas que se abren, caminos insólitos o inesperados, relaciones insospechadas entre las cosas, entre los seres, alteración de hábitos, creación de nuevas conductas, de nuevos horizontes. Para Cortázar, Ia realidad, nuestra realidad, lo abarca todo, inclusive lo fantástico. Lo que, en su opinión, sucede, es que una lógica cartesiana ha invadido o, mejor dicho, limitado, los contornos de la realidad. Pero dentro de ésta caben, deben caber, los sueños, las fantasías, los desórdenes. Por ello, cada vez que habla de realismo, le agrega comúnmente un adjetivo: "ingenuo", “fa/so”, etcétera. Un verdadero realismo para él debe estirar los límites de lo real, dejar ver sus “interst¡cios”, dejar asomar lo que una mirada demasiado norma- Iizada se oculta. EI mundo fantástico, para Cortázar, está dentro del nuestro. mente, van entrando los signos de la inquietud que terminarán por descompo- mente interior), e ideológico y político, la revolución cubana representó, en la vida de Julio Cortázar, una bisagra fundamental, y fue la causante de cambios irreversibles, tanto en su concepción del mundo, dela historia latinoamericana y de los deberes del intelectual, como del sentido de su propia obra. Sin abandonar el cuidado de la forma, ni su adhesión a los postulados de una literatura de alta confonnación estética, a partir de los años 60 había comenzado a veri■carse en el un esfuerzo visible por incorporar ciertos temas y, sobre todo, por transmitir ciertos contenidos. Lo social y lo político, hasta entonces presentes de un modo muy metafórico en sus primeros cuentos, hicieron irrupción de una manera clara y resuelta. Por otra parte, la presencia de las masas, vivida al principio como intrusión y agresión, como profanación de la más recóndita intimidad ycomo mancillamiento de los valores del espíritu (en el cuento “Casa tomada", por ejemplo, es difícil no ver la aparición -sentida como invasora- del peronismo), sería concebida en adelante como la fragua necesaria en la que la obra artística debe abrevar y enriquecerse. De niño mimado y conflictuado con Sur, de solitario fantaseador urbano, de exquisito lector de la literatura y de re■nado oyente de la música de élite, Cortázar (algo abruptamente, para algunos; por la lógica de los tiempos y de sus 11 Desde un punto de vista público (lo que no quita que haya sido profunda-