Página:Julio Cortázar y el relato fantástico.djvu/33

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numerosa. Le extrañó que gente asi sacara plateas en el Ópera, varias de tales señoras tenian el cutis y el atuendo de respetables cocineras endomingadas, hablaban con abundancia de ademanes de neto corte italiano, ysometían a sus niños a un régimen de pellizcos e invocaciones. ( .. .) Llegaban parejas, grupos de tres o cuatro señoritas venidas con lo que Villa Crespo o Parque Lezama estiman elegante, y había grandes encuentros, presentaciones y entusiasmos en distintos sectores de la platea” (B, 86). Lucio, el asombrado espectador en este caso, se va del país porque en él no se preservan “los manoseados derechos de la penumbra y el silencio” (B,88). La sensación de avance social ¡legítimo frente a las “legítimas náuseas" (B,85) de Lucio, Ia amenaza de apropiación de un territorio antes reservado a su clase, se evidencia en Ia imagen de pertenencia e identidad que hace coincidir la subjetividad del protagonista con el espacio del teatro: “. . .la banda me ocupaba como si yo fuera el escenario del Ópera" (B,88). El mundo de “los monstruos” que identi■ca a Celina en “Las puertas del cielo” constituye otra imagen de apropiación cultural, cuyos signi■cados se ligan al sentido común dentro de la tradición de rechazo: los monstruos todo lo devoran. En esta ocasión el narrador nombra explícitamente al autor de Ia teoría que sustenta su punto de vista: “(Para una ■cha: estudiar, siguiendo a Ortega, los contactos del hombre delpueblo yla técnica. Ahí donde se creería un choque hay en cambio asimilación violenta y aprovechamiento; Mauro hablaba de refrigeración o de superheterodinos con la su■ciencia porteña que cree que todo le es debido. )" (PC, 1 27-1 28). En “Las ménades" el avance es desde el comienzo lucha por Ia posesión “me quedé a distancia del palco, poco dispuesto a disputar/es su derecho a individuos absolutamente enloquecidos de entusiasmo” (M,55). EI relato co- mienza con la voz de un narrador que se siente propietario de un espacio que domina y reconoce -“Don Pérez me condujo a mi platea" (M,44)-, esto es progresivamente cuestionado por un público que reclama un lugar de mayor protagonismo y un reconocimiento por parte del director de orquesta: “A veces pienso que debería dirigirmirando hacia la sala, porque también nosotros somos un poco sus músicos” (MÁS). EI espacio entero del teatro es invadido y los instrumentos (de la cultura) expropiados: “una multitud delirante rodeaba a los 35 que la que tenia al lado aparecían acompañadas de una prole más o menos