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VI—HESPERIS

Abriéndose por entre ellas arduo camino, engólfase á tientas el héroe contra corriente; y el temporal, y el turbión represado por el huracán, y un mar tras otro mar, se estrellan contra su frente.


Á las veces, de los aires cayendo, húndese en la infernal tolva del caótico y horroroso abismo; mas, de sus antros, nueva oleada le asciende por cima de las nieblas, como hoja seca de los vientos á merced.


Cuando imagina despeñarse por tajado escarpe, blandas mieses y campesinas flores acarician sus pies; y de la mar al reflujo, cuando la juzga en menguante, de improviso hállase en las nubes, ras con ras del rayo.


Á su fulgor, caos de roja llama parecen los mares, de los que, en la cúspide de una ola, sólo es un átomo; debajo, bocas de monstruos en la del mar que muge; encima, ríos de agua, mármoles y troncos en incesante aluvión.


Y nieblas, olas y huracanes, con horripilantes rugidos, miden á trastumbos los cóncavos del mar y los del cielo; y, en su alieración y porfía, con ronco son repercuten siete veces el hórrido traquido del trueno.