normalizar el proceso de búsqueda, en 1988 el American National Standard Institute desarrolló la norma 239.50 para la recuperación de información, que ha sido revisada en 1992 y 1994. La 239.50 le permite al usuario utilizar los mismos comandos de búsqueda en diferentes bases de datos, aún cuando éstas tengan distintas estructuras. El usuario crea la estrategia de búsqueda en un protocolo 239.50; el server de la base de datos recibe este protocolo, lo traduce a sus propios comandos, recupera la información, retraduce al protocolo 239.50 y lo envía al usuario, que recibe así un formato normalizado. Esta norma 239.50 ha permitido diseñar nuevas interfaces que reducen los requisitos de conocimiento sintátictico y semántico para realizar búsquedas en linea (Beheshti, 1997), aunque el costo de su implementación aún no ha permitido su uso masivo en bibliotecas pequeñas o medianas (Mulder, 1995). tos de un sistema a otro- y que solo aumentan la confusión. Con el fin de falta de conocimiento del proceso de búsqueda, incluyen principalmente los siguientes: Por otro lado, los problemas conceptuales, aquéllos que se originan en una vocabulario del sistema 1. Dificultad en hacer coincidir los términos del usuario con el de respuestas con cero registros recuperados) (Hancock, 1987 y 1990; Kem- Simirenko, 1983; Larson, 1991a y 1991b; Su, 1994). Este alto índice de fracasos ha sido relacionado con la falta de coincidencia entre el vocabulario del usuario y el vocabulario del sistema. En un trabajo realizado por Alyson Carlyle (1989) de la University of Califomia at Los Angeles, los términos utilizados por los usuarios coincidieron total o parcialmente con el 74% de los encabezamientos simples de LCSH y el 21% de los encabezamientos compuestos; al comparar sus resultados con los datos de otros autores, Carlyle pudo establecer que el promedio de coincidencia es de aproximadamente un 50%. Por su parte, Cousins (1992) en Gran Bretaña obtuvo 62% para LCSH y 2o La búsqueda por materia es la que mayor indice de fracasos presenta (40%
