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Poesías de Cuellar. — 199

Descender melancólica y amante,
Ornada en derredor de blancas galas,
Iluminada por la luz del cielo,
Y sin tocar el suelo
Poner en un lugar los ojos fijos
Y sombra dar á sus pequeños hijos
Con el niveo plumaje de sus alas.

Mas luego desparece, y sombra y duda
Me cercan en redor; ¿dónde se esconde?
Hiere mi corazón saeta aguda,
Su nombre invoco y tumba solitaria
Con su lúgubre aspecto me responde
...................................


No hay paz! no hay paz! el alma dolorida
Como la seca arista se doblega
Al recio empuje de simoún violento.
Por fuerza irresistible combatida
Cede, se abate en su pesar cruento....
Siento perder la savia de la vida....
¡Oh golpe cruel, fatídico y terrible!
¡Oh muerte inesperada!
¡Cual se agosta la efímera existencia!