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dicaos al tratamiento de mujeres; esos eternos dolores, mil veces repetidos, se curan por un mismo método; y con tal que seáis respetuoso á medias con ellas, las dominaréis enteramente...

Esta ginecología de cariz galante, da, sin embargo, un rasgo fundamental del especialista: su complacencia. El especialista en obstetricia debe de ser complaciente.

La interesante enferma es, á menudo, caprichosa y colérica. Toda la finura, toda la discreta pulcritud de que se haga uso en la palabra y en la expresión, resultan poco dada la exasperación de su estado. Una voz velada, una silenciosa lentitud de movimientos, una mirada suavemente vagorosa, un correcto traje (oh, Medicina; eres mujer) son la mitad del éxito.

Pero si esto sucede en el aposento puerperal, afuera están, para desquite, la autoridad absoluta del sabio que tiene en sus manos una vida preciosa; las mil solicitudes con que se le adula; el asentimiento incondicional con que se le acata; la longanimidad con que el temeroso deudo va convirtiéndose en deudor...

Otra característica de la especialidad es la resignación. Dejar que la naturaleza obre, hé aquí el rol en la mayoría de los casos. ¡Cuánta paciencia para mantener la postura mientras llega el desenlace, frecuentemente compartido con el