Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/20

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modos, la historia hace presente el pasado en el sentido de que debe entenderlo en términos contemporáneos (aún en sus diferencias) puesto que, de no hacerlo así, ofrecería un producto extraño e incomprensible pues el pasado no puede aprehenderse como algo absolutamente diferente. Frente al principio historicista de "aprehender el pasado en sus propios términos", el textualismo objeta que. la historia no puede presentar el pasado sin actuar como traductor y como intérprete; todo pasado, aún si es presentado ostensiblemente como "diferen- te", debe al mismo nivel ser presentado como lo "mismo" (p.8). El textualismo afirma que todo "hecho" histórico se constituye discursivamente como tal, y que todo suceso se pone bajo una descripción que implica un proceso de organización discursiva. En el estudio de Kennedy, estos enunciados intentan presentar un status quaestionis hermenéutico que resume las principales orientaciones críticas de las últimas décadas. De este modo, se asiste a un distanciamiento del texto poético, situado en un punto en que ni es historia ni es arte, sino encadenamien- to de estrategias las más de las veces impregnadas de sinuosa ideología. Dado que no hay interpretación sin apropiación, ni apropiación sin interpretación, Kennedy propone una supervivencia equidistante balanceada entre el histori- cismo y el textualismo. En la medida en que afecta a nuestro análisis, deseamos finalmente referimos al planteo presentado por Kennedy acerca de la función crítica del análisis "texto-contexto", según el cual este último cumple tradicionalmente una función ancilar en relación con la significación fundamental situada en el "texto" en su momento original de inscripción. En tal sentido, las contextualizaciones se representan como episodios cerrados en relación con el texto, proyectadas como "verdad" o "significado real" (p.11). El contexto que avala una significación determinada del texto apoya su "realidad" en otro texto, y así resulta que las distinciones impuestas en este tipo de análisis son consideradas arbitrarias en tanto nunca pueden encontrar sustento fuera del discurso (p.23). Es inevitable aceptarque, efectivamente, cuando se consideran muchos estudios sobre la elegía en particular, y los textos latinos en general, se asiste a fuertes peticiones de principio que se disimulan bajo el aspecto de "realidad histórica" o de "verdad" universalmente aceptada. Creemos que no pierde vigencia una crítica como la de Gordon Williams, 20