Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/42

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En la comedia romana, pues, la risa surge de lo tonto que resulta el enamorado, de lo mal que le va y de las situaciones que rodean su desgracia. El espectador lo encuentra risible porque reconoce allí caricaturas familiares. Este es el humorismo que encuentra Veyne, pero no es sólo un humor calimaqueo sino también plautino. Por asumir en bloque esta modalidad dramática, el elegista se mueve en la tensión de ser autor, personaje, actor y espectador de la obra. Como autor diseña las escenas, como personaje ama y sufre, padece engaños, se ilusiona y se atormenta, como actor perfecciona su técnica para componer un personaje convincente, como espectador puede reírse y reflexionar, o hacer comentarios sobre lo que está pasando. Hay una mímesis dramática, una especie de teatralidad en las situacio- nes. Tomemos, como ejemplo, la elegía 2.3 de Tibulo. Escena primera (prólo- go): el joven amante habla con su confidente y amigo Cornuto, a quien se queja de la ausencia de la amada. Ella está en el campo conotro hombre, y allí también han ido Amor y Venus, dejando al enamorado en un profundo estado de desolación desde el que reclama la visión de la muchacha. Escena segunda: el enamorado sueña que está en el campo y el poeta recuerda la humillación de Apolo haciendo trabajos serviles para Admeto. Escena tercera: el enamorado llama a otro enamorado y lo ilustra acerca de la dignidad de su situación: padecer por amor enaltece, en tanto que es despreciable la posesión de riquezas que persigue la codicia, y de bienes materiales que provocan iniquidad. En esta escena se produce el giro dramático; se trata de una 'comedia negra". El enamorado no sólo no persuadea su eventual interlocutor, sino que él mismo toma conciencia de la vanidad de sus palabras. Peripecia y reconocimiento: heu, heu, diuitibus uideo gaudere puellas (v.49). Se ha engañado y comprueba que las muchachas encuentran más alegría en las riquezas que en la poesía y el amor. Escena cuarta: en el centro del escenario, el enamorado dirige un coro de soldados o esclavos que traen los botines de guerra para seducir a la amada: telas, joyas, vestidos, esclavos negros. El joven amante las guerras y su proclama, con amargura, que su pobreza ha sido vocacional, no obligada, ya que silo desea puede tener las riquezas que quiera y obtener con ellas a la mujer amada, pero no es ésta la clase de relación que hubiera deseado. Escena quinta: el enamorado, desde su terraza romana, protesta y maldice a su rival, y termina por hablar mal de los campos. Va cayendo en el extravío y empieza a delirar 4242