Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/8

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omnivalente para la exégesis de los testimonios del pasado; 3) Todo juicio sobre el pasado - en particular el pasado romano - está marcado por las condiciones culturales de su tiempo, por lo que se hace insoslayable la conciencia no sólo de la distancia histórica y los diversos grados de alteridad de los textos latinos, sino también de la historicidad de la crítica, según la variedad de tiempos y lugares en los que esta crítica se ejerce. En correlato con estas nuevas hermenéuticas, que darían paso a la obsesión teórica, se ha reivindicado la enunciación de criterios como garantía de juicio legítimo, i.e. las declaraciones preliminares del crítico que explicita su perspectiva de estudio y discute escolásticamente su situación, promoviendo una metodolo- gia deanálisis que se postula como particularmente eficaz y penetrante. Tales mecanismos de validación suelen muchas veces incorporar, sin detrimento de lo quepresenta como objetivo, una actitud de propaganda o denuncia- función de esclarecimiento -, por lo demás característica de los años sesenta. Junto con el auge del interés por la mujer y, en las propuestas genéricas, del interés por la configuración de lo femenino, asistimos a una moda de la literatura erótica clásica en general, y de la elegía erótica romana en particular. Aún cuando se pudiera tener una opinión negativa del estudio de Paul Veyne, es inevitable reconocer su importancia cuando se considera la poesía elegíaca latina. Así como en el siglo hemos asistido a "décadas virgilianas" - sin que se deba pensar en una hegemonía de los juicios-, éstas últimas han sido las décadas de la poesía lírica. La reposición de la lírica como materia de interés investigativo se relegitima desde el momento en que se establece que no hay división profunda sino sólo superficial entre un discurso "comprometido" en que se puede rápida o inmediatamente reconocer tal o cual ideología, y un discurso"de evasión" que en apariencia rehuye una explícita toma de posición frente a los idearios de su tiempo. De este modo, toda expresión literaria el implica una versión del imaginario que constituye el conjunto de representa- ciones posibles en una cultura identificable en el tiempo y en el espacio. Veyne abre su estudio con la afirmación de que la elegía romana es una de las más sofisticadas formas de arte de toda la historia de la literatura, y no se trata de un enunciado formulario, ingenuo o meramente elogioso; se trata de un postulado orgánico, sobre el que se reponen y discuten no menos de cincuenta años de polémica sobre la elegía romana de amor. No significa esto que