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MÉXICO.

muy intensos,) hizo un dibujo, de los cuales el dibujo en este libro es un facsímil

El Sr. Gondra cree que la piedra de gladiadores, quizás fue colocada frente a la gran piedra de sacrificio, en la base del Teocalli. Esto, sin embargo, no concuerda con los relatos de algunos de los escritores antiguos, que, aunque están de acuerdo en que esta piedra era circular, como se indica por su nombre, (Temalacatl) sin embargo afirman que su superficie era lisa y tenía en su centro un agujero o perno, a la que el prisionero era amarrado, como se describe a continuación.

Las figuras representadas en el relieve de la piedra, son evidentemente los de guerreros armados y listos para la contienda; y he pensado adecuado dar la imagen de la misma al público, por primera vez, (sujetas, desde luego, todas las observaciones críticas,) con la esperanza de que si no es la piedra de gladiadores, quienes sepan más de la antigüedad mexicana, puedan algún día descubrir lo que realmente es. Es sin duda notable por los colores, que aún están frescos; y la figura de la "mano abierta", que está esculpida en el escudo y entre las piernas de algunas de las figuras de los grupos a los lados. Esta "mano abierta" fue una figura encontrada por el Señor Stephens, en casi cada templo que visitó durante sus exploraciones recientes de Yucatan.*

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El sacrificio de gladiadores—el más noble de todos ellos—era reservado solo para cautivos de reconocido coraje.

En una zona, cerca del templo, suficientemente grande como para contener una gran multitud de espectadores, en una terraza elevada ocho pies de la pared, había una piedra circular, "parecida a una piedra de molino," dice Clavijero,† "que era de tres pies de alto, bien pulida y con figuras grabadas en ella". Sobre esta era colocado el prisionero, atado por un pie y armado con una espada pequeña y escudo, mientras un soldado mexicano u oficial, mejor armado y equipado, iba a su encuentro en conflicto mortal. Por supuesto los esfuerzos del valiente prisionero eran redoblados para salvar su vida y fama, como era la de los mexicanos, cuyos compatriotas lo contemplan con ansiedad como reivindicador de la habilidad y la gloria de su nación. Si el cautivo era vencido en el combate, era llevado inmediatamente "al altar de sacrificio común," y su corazón sacado, mientras la multitud aplaudía al vencedor, que era recompensado por su soberano. Algunos historiadores declaran, que si los prisioneros vencían a un combatiente era liberado; pero Cortés nos dice que no obtuvo su vida y libertad hasta que venció a seis. Solo entonces, el botín tomado de él en la guerra era restaurado, y se les permitía regresar a su tierra natal.

Se relata que una vez cuando el señor jefe de los Cholutecas fue tomado prisionero por los Huexotzingas, el derrotó, en la lucha de gladiadores, a siete de


† Clavigero, vol- II.299
* No he incluido las figuras de los lados de esta piedra en la presente edición.