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RUINAS DE MISANTLA Y MITLA.

lugares de asentamientos antiguos, frente a cuatro caminos paralelos. En algunas de las casas las paredes siguen siendo tres o cuatro pies de altura, pero en la mayoría de ellos no hay nada más que una traza del contorno de las meras fundaciones. En el sur, hay restos de una pared larga y estrecha que defendía la ciudad en esa zona.

Al norte de la ciudad hay una lengua de tierra, ocupada en el centro por un montículo o cementerio. En la ladera izquierda de la colina por la que se llega a las ruinas, hay, además, doce sepulcros circulares, dos yardas y media de diámetro y tanto de alto; las paredes son de piedra bien cortada, pero el cemento con el que se unieron una vez ha desaparecido casi por completo. En estos sepulcros se encontraron varios cuerpos, partes de los cuales estaban en tolerable preservación.

Dos piedras—pie y medio de largo, por medio pie de ancho—fueron descubiertos, conteniendo jeroglíficos, que se describen, en términos generales, como "parecidos a los jeroglíficos habituales de los indios". Se encontró otra figura que representa a un hombre de pie; y otro, cortado de una piedra porosa pero firme, que pretendía retratar a una persona sentada de piernas cruzadas, con los brazos cruzados también, descansando en sus rodillas. Esto, sin embargo, fue hecho en un estilo muy inferior. Cerca de él, se descubrieron muchos utensilios domésticos, que fueron llevados a Veracruz, donde se dispersaron, tal vez, a los cuatro cuartos del mundo.

Es así, el abandono de todas las antigüedades en México, en medio de sus distracciones políticas y revoluciones sangrientas, que todo vestigio de su antigua historia pasará gradualmente a países extranjeros, en lugar de enriquecer los gabinetes de su Universidad y estimular la curiosidad de sus alumnos científicos.


MITLA.

Cerraré esta parte de Restos Arquitectónicos Mexicanos, con una relación de las ruinas de Mitla, según lo descrito por el Sr. Glennie y Barón de Humboldt, de cuya gran obra se ha tomado el esbozo de uno de los fragmentos murales frente a la página siguiente.

En el departamento de Oaxaca, a diez leguas de distancia de la ciudad del mismo nombre, en la carretera a Tehuantepec, en medio de un país granítico, rodeada de un paisaje sombrío y tenebroso, están los restos de lo que han sido llamados, por el consentimiento general de anticuarios, Palacios Sepulcrales de Mitla. Conforme a la tradición, fueron construidas por los Zapotecas y destinados la sepultura de sus príncipes. A la muerte de miembros de la familia real, sus cuerpos fueron sepultados en las bóvedas debajo; y el soberano y sus parientes se retiraban a llorar la pérdida de los familiares difuntos, en las cámaras por encima de estas moradas solemnes, cubiertos por arboledas oscuras y silenciosas de los ojos del público. Otra tradición dedica los edificios a una secta de sacerdotes, cuyo deber era vivir