Página:Mexico as it was and as it is.djvu/374

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
293
CARÁCTER MEXICANO.

y sensible ; sin embargo, ninguno es más fácilmente sometido por bondad—ninguno ganado más fácilmente por una disposición lista para mezclarse en sus filas y tratar con el debido respeto de sus tendencias habituales y sus prejuicios.

Puede haber otras razones, también, por qué los mexicanos han sido celosamente tímidos a extraños. Parece imposible para ellos deshacerse de la idea, de que potencias europeas buscan obtener su riqueza y territorio y restablecer los sistemas de que se liberaron por tantos años de guerra de independencia; ni pueden (desde la guerra texana), desprenderse de la noción errónea, que los Estados Unidos siempre tiene un ojo de anhelo por su Capital y país.

Solo hay pocos entretenimientos en México, en comparación con los de otras ciudades en el extranjero, donde un fastuoso gasto en viandas, luces y diversiones para las pocas horas de una sola noche, se confunden con las elegancias y refinamientos de la auténtica hospitalidad;—en lugar, sin embargo, de estas demostraciones ostentosas, hay frecuentes reuniones en tertulias, donde una hora o dos son pasadas muy agradablemente en relaciones amistosas y el flujo sin control de conversaciones agradables e instructivas.

Ya he aludido al extremo de la vida de moda y su disposición para el teatro; y no tengo la intención de tratar nuevamente la propensión de los ultras de vivir así constantemente ante los ojos del público, sin dedicar una parte de cada día a relaciones domesticas y reuniones que hacen la comodidad y belleza de una chimenea inglesa o estadounidense. Hablo, sin embargo, de esa media justa de la sociedad, en donde residen la virtud e intelecto de un país; y tuve una excelente oportunidad de juzgar la vida privada de esta clase durante mi estancia en la Capital.

Fue mi buena fortuna residir durante más de medio año con una familia nativa, alguna vez rica y con títulos, pero sin fortuna por las vicisitudes políticas y comerciales de la República, y fue allí donde constantemente atestigüé las evidencias más bellas de una devoción filial y amor paternal, casi un apasionado apego. La dama a la cabeza del establecimiento, (como relaté en una carta anterior) era una persona que había sido distinguida por su talento y logros en los días cuando México estaba adornado con el esplendor de la corte española. Ella hubiera sido considerada altamente cultivada en cualquier país; sus modales eran excelentes; su porte grácil y cortés; y una amplia circulación en su juventud entre hombres distinguidos, (antes y durante la revolución) y un talento listo para impartir sus recuerdos, hizo conversación agradable e instructiva. Además de esto, ella poseía un genio para la pintura en miniatura y dibujo a crayón, raramente alcanzado por una mujer y digno de un artista distinguido. Cualidades, como estas, trajo a su alrededor un constante círculo grande e inteligente de ambos sexos. El cambio de fortuna no ha disminuido en absoluto su estima en la sociedad y el número de amigos que se adhirieron a