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XVII. LA MATANZA DEL TEMPLO MAYOR.

Nuevamente aquí la historia hispanista, la de “la batalla de la noche triste”, cambia la versión histórica para salvar a Cortés y lavarle las manos machadas de sangre y de su pedestre voracidad por la riqueza indebida. La historia de los vencedores ha presentado a Hernán Cortés, pese a las evidencias históricas, comenzando con sus propias Cartas de Relación, como un hombre valiente, honorable y justo. Fundamento del nuevo mundo que heroicamente vino a crear y padre del país criollo en el que viven excluidos hoy los anahuacas.

Cortés desde esta perspectiva es el símbolo del extranjero que viene a estas tierras a “traer la civilización, la religión y el progreso”. El “conquistador” es aquél que lucha por “mejorar y salvar” a los nativos de su equivocada y atávica forma de vivir, sentir y pensar. El “conquistador” es el símbolo de lo “humano” que se enfrenta a lo primitivo, retrógrado y aberrante, que se resiste tercamente a la cristianización, la civilización, la modernidad, el progreso, el desarrollo, el neoliberalismo y la globalización.

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