Página:Mitos y fantasías de los aztecas.djvu/59

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otros y de todos desconfiaba. Se dio el caso de que los expedicionarios trataron de asesinar a Cortés después de la Batalla de la Noche Triste y tuvo que tener una guardia personal, para protegerse de sus propios hombres. Un ejemplo de la clase de gente que iba a las expediciones es que Diego Velázquez después de la traición de Cortés, preparó otra expedición para ir en busca de Cortés, tomarlo preso y llevarlo a Cuba. Pues bien, cuando llegaron a Veracruz al frente de Pánfilo Narváez, los expedicionarios traicionaron a Velázquez y Narváez, pasándose del lado de Cortés, quien les ofreció riqueza y poder en la Tenochtitlán que él, en ese momento gobernaba, teniendo como rehén a Moctezuma.

Que todos eran españoles.

Un mito, toda vez que con los españoles venían genoveses, griegos, flamencos, indígenas antillanos y negros. Este es otro de los mitos de la conquista, “que los españoles” conquistaron a los a los aztecas. Totalmente falso. Los textos hispanistas siempre escamotean la participación de otros europeos, el apoyo totalmente vital y decisivo de cientos de miles de indígenas, integrado por cempoaltecas, tlaxcaltecas, texcocanos, xochimilcas, entre muchos otros. Y no se menciona la participación de negros y más de doscientos indígenas de las Antillas que llegaron con Cortés y Narávez.

Que la divinidad los asistió para ganar sus batallas.

Era muy común, por los apologistas de Cortés, y lo sigue siendo por los hispanistas, afirmar que Dios estaba atrás de los invasores. El propio Cortés lo afirma reiteradamente en sus Cartas de Relación. En 1543 Juan Ginés de Sepúlveda, un fiero defensor de la tesis de que los indígenas no tenían alma y justificaba los métodos inhumanos de la conquista, describía la conquista como una muestra de la superioridad racial,

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