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Su expansión no se mantuvo por medio de las armas. Lo prueba, el hecho de que las mismas armas que se desarrollaron en el periodo prehistórico: la lanza, el arco y la flecha, el hacha, el escudo, la honda y el mazo, fundamentalmente, serán las mismas durante los más de siete milenios de desarrollo endógeno, y estas mismas armas serán con las que enfrentarán a los españoles, en una lucha, desde la parte anahuaca, en la que estaba prohibido matar al enemigo.

Su expansión no se provocó por un desarrollo y expansión comercial. Lo prueba el hecho de que en todo su desarrollo, jamás las culturas del Anáhuac desarrollaron la moneda. A pesar de tener en el tianguis semanal, una institución que sobrevive hasta nuestros días. Al final del periodo Postclásico, apenas ocho décadas antes de la invasión europea, los mexicas empezaron a probar al cacao y ciertas hachas de cobre como instrumentos de cambio, pero no llegaron a crear y acuñar “una moneda”.

Su expansión no pudo ser de carácter imperial, toda vez que en el periodo Clásico no existieron las guerras. Se supone y así lo firma Ignacio Bernal.[1]

“Ahora bien, la tesis que piensa en la posibilidad de un imperio teotihuacano está, cuando menos en parte, en contradicción con el punto de vista, hoy muy difundido, de

que Teotihuacán —y en general toda la época clásica—
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  1. Notas preliminares sobre el posible imperio teotihuacano”, Estudios de cultura náhuatl, Méx. Inst. Investigaciones Históricas, 1965 vol. V
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