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22 EL PADRINO

¡ Y qué diferencia entre el joveu y su tío! Eduardo tan buen mozo, tan amable, con su fino bigote rubio y aquellos ojos azules en los que resplandecía la inteligencia y la ter- nura! Luego, tan joven, casi de su misma edad! Diez y nueve años apenas! ¡Ellos si que serían buena pareja!

Pero, al recordar la escena del taller, ¡qué pena le produjo esta idea! Eduardo nunca se fijaría en ella, una pobre muchacha que iba á coser á una fábrica é hija de un .. Marga- rita no se atrevió á repetir ni aún con el pensamiento los calificativos que dieran á su padre las muchachas del taller. Detúvose azorada, pareciéndole que había ofendido la memoria del muerto... Luego continuó su monólogo interior.

Es cierto que ella pertenecía á una familia distinguida y respetable; si estaban así era por la desgracia. Pero, ¿quién tiene esto en cuenta ?

A nadie le interesa el pasado cuando el presente no lo iguala; y ella, al presente, no podía aspirar á Eduardo que tendría un bri- llante porvenir cuando terminara sus estu- dios de ingeniero, que quizá con el tiempo sería un gran personaje. Don Pedro, al fin, si la hacía su esposa, era porque tal vez no encontraba quien lo quisiera siendo ya me- dio viejo y sobre todo tan tosco que no pa-