gasto de sólo veinticinco mil dólares anuales, como fui informado por el Señor Juan Ignacio Matute, miembro del Consejo Municipal, cuyo padre puede ser llamado el padre del sistema escolar común de Jalisco.
Entonces, el Estado proporciona dos escuelas preparatorias, o "liceos," uno para niños y uno para niñas, que son gratuitos para todos los que son incapaces de pagar diez dólares por mes para gastos y matrícula—ningún escolar que pase el examen puede ser rechazado, no importa que tan humilde o pobre—donde los jóvenes son enseñados todas las ramas superiores de matemáticas, idiomas, música instrumental y vocal, y muchas artes por las que puedan obtener un sustento honesto; una escuela de Artes, en el que cuatrocientos alumnos aprenden todas las artes útiles y oficios tales como, sastrería, talabartería, herrería, fabricación de botas, carpintería, etc., etc., y un Instituto o Universidad de grado superior, para la instrucción de niños destinado para profesionales educados. Además, el estado contribuye con una suma relativamente liberal al apoyo del Hospicio y otras instituciones de aprendizaje.
Primero visitamos la preparatoria de niñas. Esta es la escuela proporcionada por el estado de Jalisco para los egresados de sus escuelas primarias. Está en el antiguo convento de San Diego, que fue cerrado y confiscado por la nación por orden del Presidente Juárez, y está ahora totalmente dedicada a los fines de enseñanza gratuita. El edificio, como casi todas las estructuras similares aquí, rodea una plaza entera, y encierra un gran patio lleno con árboles de naranja y flores tropicales. Tiene dos pisos de altura, y las aulas son todas de gran tamaño, y claro, limpias, y bien ventilado. Cuando las monjas se fueron, el Gobierno le dio el uso de la pro-
