estuvo "en bonanza" pagando enormes dividendos a sus dueños; y cuando fue visitada por Humboldt, el estimó que producía entonces una quinta parte de toda la plata del mundo. Pasó después de este tiempo a manos de la "Compañía Anglo Mexicana," que inició con un capital de cinco millones de libras esterlinas, (es decir $25,000,000 en moneda estadounidense,) con una junta directiva asentada en Londres, quien envió oficiales del ejército y armada que nunca había visto una mina en sus vidas, para controlar su funcionamiento con sueldos fabulosos, construyó un inmenso motor, y operó con pérdidas y en constante desventaja; y finalmente, después de quebrar esta y otras minas, casi su capital original, tomaron sabiduría de la experiencia y cambiaron el programa. Emplearon a un director competente, el Sr. Charles Furber, trabajando algunas otras minas con utilidades, y al tiempo sus acciones tuvieron una vez más demanda, pero una terrible tragedia que ahora relataré, puso fin a todas las operaciones de nuevo, por un tiempo, al menos.
Acompañado por los Sres. Anthony Burgess, Thomas Abrams, Frederick Meyer, Smith, y el Dr. Harris, todos residentes estadounidenses, quienes con el Gobernador Antillón y Alfred Jeanotat han tenido incesantes atenciones hacia nosotros, fui a visitar esta famosa mina al amanecer, el jueves 4 de noviembre. Montando una hermosa flotilla de caballos de fácil montura del país—que tienen una marcha artificial, trotan con las patas traseras y galopando con las patas delanteras al mismo tiempo—con revólveres en nuestras cinturas, y espadas colgando del pomo de la silla pasando debajo de la correa de estribo para detenerlas bajo la rodilla izquierda del jinete—¿cuándo aprenderá nuestra caballería estadounidense este buen truco y eliminar los golpes y vibraciones
