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DISCURSO DEL SR. SEWARD.

ser hecho enteramente independiente de todo control extranjero, y de toda forma de poder imperial o despótico—cuanto antes, mejor. Universalmente imbuida con este noble y magnánimo sentimiento, la gente de los Estados Unidos ha abierto sus amplios territorios de océano a océano, y de los lagos hasta el Golfo, libremente a los oprimidos y necesitados de todas las Naciones, como un asilo republicano. En su Constitución han escrito con igual unanimidad y celo, la declaración que a todos los que vendrán dentro de ese asilo aseguran que este se regirá por siempre sólo por instituciones republicanas. Esta noble garantía se extiende en espíritu, en política, y en efecto a todas las demás naciones en el continente americano, en la medida en que puede depender de influencias morales, causa que en la verdad política es siempre más eficaz que las armas. Algunas de esas naciones son comunidades cerca de los Estados Unidos, las que, mientras son animadas como el pueblo americano, con un deseo de instituciones republicanas, y no se subyugará voluntariamente ante cualquier otro, son todavía, por causas de insuficiente territorio, desarrollo imperfecto, desmoralización colonial u otras causas, incapaces de sostenerse en forma independiente. A estos, como en el caso de la antigua Louisiana, Florida, Alaska, Santo Domingo y Santo Tomás, la gente de Estados Unidos les ofeció la incorporación a los Estados Unidos, con su libre consentimiento, sin conquista, y cuando esten completamente preparados para ese cambio importante. Otras naciones del continente generosamente dotadas con los elementos y las virtudes en la independencia nacional, prosperidad y engrandecimiento, más maduros y autosuficiente, acariciando el mismo iluminado e intenso deseo de instituciones republicanas, han asumido noblemente la posición y ejercido los poderes de soberanía exclusiva. En esta clase esta México—mayor como nación, pero más reciente como República que los Estados Unidos—Venezuela, y Colombia, los Estados de América Central, Perú, la República Argentina, y Chile. Así, se han convertido esas repúblicas, y con mucho gusto son reconocidas por la gente de Estados Unidos con todos sus justos reclamos y pretensiones de soberanía separada, Repúblicas fraternales y aliados políticos. Para el pueblo de los Estados Unidos la declaración universal de aceptación del