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SU CARRUAJE DE ESTADO Y MESAS DE BILLAR.

Maximiliano. En el último gran banquete que tuvo lugar en Chapultepec, antes de la expedición fatal a Querétaro—un banquete que resultó muy Belsasar—fiesta al Imperio—muchas piezas de este servicio de porcelana se rompieron. Me dieron algunos de estos de objetos curiosos de ese festival fantasmal.

Si una décima parte de los muebles, etc., etc., que se dice fue importada por Maximiliano llegó realmente con este precio, no me sorprende en el tesoro imperial haya sido llevado a la bancarrota tan pronto. Vi más mesas de billar de las que llenarían el salón más grande en Nueva York, cada una de las cuales era la "Mesa privada de Max;" cada salón en la ciudad tiene una o más, y la mayoría de las casas particulares se deleitan con el mismo lujo costoso. Me he propuesto golpear las bolas—rara vez lo hago—en todas ellas, por lo que posiblemente he jugado en su mesa privada en algún lugar, aunque donde pudo haber sido, solo dios sabe. Sus carruajes son igualmente numerosos; todo el mundo que puede tener un carro, en principio, tiene uno de ellos. Pero en una habitación en el antiguo edificio del convento donde están depositadas las reliquias Azteca, Vi el verdadero carruaje regalado a Maximiliano cuando estaba en su camino hacia México, por los imperialistas de Milán. Es un carro muy complicado y grande, una carga de cuatro caballos, aunque bien podría se jalado en una buena carretera por dos, y tan lujoso con chapado de oro y plata, cuero esmaltado con relieves de seda como sería posible hacerlo. Sin embargo, confieso que no tengo envidia por la pareja que lo usó. En la actualidad es nominalmente propiedad de la República, pero creo que nunca nadie lo ha usado, desde que el Imperio cayó en sangre, y es un inútil pedazo de madera. El Presidente Juárez, que es muy sencillo en todas sus maneras, y