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SU FATAL ERROR.

se evitaba el mal día, no podía seguir por fata de fondos, y el ejército—tal como estaba—subsistiendo del saqueo de pueblos indefensos, perpetró toda atrocidad concebible, y, por último, llevó a toda la nación a olvidar las querellas privadas y unirse, como un solo hombre, en un guerra de exterminio contra los invasores.

Cuando el dinero comenzó a faltar, y los acreedores a clamar, y se hizo evidente, incluso para sus sentidos sordos, que debía haber un cambio, en lugar de reducir gastos, convirtiendo todo lo que había en fondos para pagar al ejercito y reclutar seguidores de todos los niveles de la sociedad, entonces inaugurando una nueva y vigorosa, pero honrosa campaña, él devaneó y jugó, cediendo primero a un grupo, después a otro, nunca teniendo las mismas ideas dos días consecutivos y, finalmente, cometiendo el fatal error de tratar de aplastar a sus enemigos en un golpe de pluma en lugar de la espada, y obligándolos a luchar con el cabestro alrededor de sus cuellos, aumentando la efectividad de su propio ejército, que quería todo elemento calculado para asegurar el éxito de su causa. Cuando él firmó el Decreto de la bandera negra, redujo sus seguidores al nivel de comunes cortadores de gargantas y bandidos, y llevó a sus oponentes a la desesperación.

No creo que establecer un Imperio permanente en México fue alguna vez posible, pero Maximiliano se podría haber ganado un grupo frande e influyente, que le habría sostenido durante mucho tiempo, y al final se podría haber retirado del país sin deshonor, y con el respeto, si no la simpatía de la humanidad, si hubiera tenido un poquito de sentido común práctico, y se hubiera dejado llevar menos por halagos vacíos, aplausos pagados, y el llamativo oropel y plumas con que