EL Congreso y las gente de México ahora discuten planes para inducir la inmigración de Europa y Estados Unidos. Hay algunos fanáticos que se oponen a toda inmigración, y con el fin de mantener el país y todas sus instituciones exclusivamente mexicana, están dispuestos a ver que la situación actual continúe indefinidamente; pero estos son pocos, y no muy influyentes. La mayoría de los hombres educados y pensantes admiten la necesidad de grandes cambios en la de condición del país, y ven la inmigración liberal como uno de los más importantes, y, de hecho, medidas indispensables para la regeneración de México. Parece ser la impresión predominante que el sistema general de mejoras internas que fue diseñado y ahora está siendo llevado a cabo gradualmente, resultará al final, en atraer una gran inmigración al país.
En esto me temo que México será decepcionado en cierta medida. Mis razones son estas: en primer lugar, las incesantes revoluciones y guerras de cincuenta años han creado la impresión de que no hay estabilidad en las instituciones de México, no hay garantías para la seguridad de vida humana o propiedad, y sin seguridad para el futuro; y aún ahora, cuando vemos a un gobierno tolerablemente fuerte y una estado de relativa paz, la gente en el extranjero no puede creer ninguna dure. En segundo lugar, que los incentivos al trabajo común, sin respaldo de capital, son mucho más fuertes en los Estados Unidos, donde todavía hay tierras vírgenes ilimitadas, que el flujo casi inevitablemente se irá para allá. Los salarios para trabajo común en los Estados Unidos están en el rango de un dólar y medio por día en el este, a dos dólares y medio, o incluso cuatro o cinco dólares en California. En México el promedio es de veinticinco a cincuenta centavos cuando mucho, y allá
