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LLEVANDO CABEZAS MUERTAS.

hasta el campanario, procedió a beberla y a tocar las campanas en nuestro honor, mientras nos íbamos para Santa Ana otra vez.

Entre las decoraciones de esta primitiva Iglesia, hay varias efigies e imágenes de Cristo, de un personaje tan absolutamente repugnante que enferman a uno. Se afirma en explicación, que los indios requieren ilustraciones muy vivas, para excitar su imaginación y fijar impresiones religiosas en sus mentes. Estas les deberían darles. En una Capilla hay una efigie de tamaño natural de Cristo en la Cruz. Su cabeza está cubierta con una enorme peluca de pelo castaño-rojo, ojos, boca y nariz sangrando, heridas y contusiones en cada extremidad, y la agonía y palidez del moribundo, luchan mucho para reproducirlas, en mi mente por lo menos, un sentido de aversión y náuseas casi incontrolable. Me parece que pronto iré a un rastro para adorar al Dios misericordioso que creó el cielo y la tierra, e hizo al hombre en su propia imagen y un poco menor que los ángeles, como en esa cámara de horrores, en la primera Iglesia cristiana erigida en el continente americano.

Hay algunos cráneos antiguos yaciendo en la Iglesia, y los californianos los pusieron en el mantón que llevaba el Sr. Gliddon. Él no descubrió el truco durante algún tiempo, y cuando lo hizo los puso en su lugar con la observación tranquila, de que como Superintendente del ferrocarril, él había llevado tantas "cabezas muertas" últimamente, que él no notó la presencia una o dos, más o menos, a menos que su atención fuera atraída especialmente a ellos. Regresamos a Santa Ana a las 6 p. m., y regresamos a Puebla para la Cena.