fueron llevados a la plaza de la Casa de Aduana frente la entrada al muelle, y allí permanecieron hasta que todo el dinero fue enviado a bordo de vapores para Nueva York y Europa. El vapor estadounidense Cleopatra llevó cerca de un millón el 10 de enero, y el vapor francés el día 13—debido a una disputa acerca de cargos entre los propietarios dela línea de vapores estadounidense y los embarcadores, creo—el resto. Nuestros vapores estadounidenses deberían, de hecho, monopolizar el negocio de transporte de especie en México, y probablemente lo podrían hacer con poco esfuerzo.
Mientras que los coches estuvieron en la plaza las tropas estaban acantonadas bajo un portal en frente del tren. Un guardia patrullaba cada de lado delos carros día y noche, y un soldado con un fusil cargado estaba en el techo de cada carro todo el tiempo. El punto además es comandado por los cañones de San Juan de Ulúa, y por lo tanto el tesoro, estaba tan seguro como pólvora, bolas, y bayonetas lo podían hacer.
No era, desde luego, absolutamente necesario tomar tales precauciones extraordinarias para la protección esta conducta especial en Veracruz donde todo estaba entonces tranquilo; pero es la costumbre del Gobierno exigir a los oficiales de la escolta para vean que la disciplina nunca se relaje por un momento, y que todas las normativas se lleven a cabo a la letra, hasta que el tesoro sea entregado a los consignatarios en la ciudad, o seguros a bordo de los vapores, y entonces termina la responsabilidad de la carga. El gobierno obtiene ocho por ciento de cada dólar—que ascendió a doscientos dieciséis mil dólares solo en esta conducta—cuando pasa por la puerta de la casa de aduana, como impuesto de exportación, y está obligado a brindar protección completa a los propietarios.
