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SALVAJE ESCENA NOCTURNA.

la gloria la escena ante mí. La oscuridad era casi palpable al tacto, y que empecé a temer el grupo debía acampar en las montañas durante la noche. De repente, las notas del clarín llegaron flotando en el aire, y una larga línea de luces brillantes, moviéndose con paso firme mostró que eran llevadas por hombres marchando, salió al pie del cerro a algunas millas de distancia.

Como una gran serpiente ardiente la columna, con sus cien antorchas se desplegó, y reptó constantemente hacia la hacienda. Vino así, caracoleando y girando con la de sinuosidades del camino, hasta que pude discernir los contornos de los jinetes que llevaban las antorchas llameantes y ver los árboles de hojas grandes venir y fuera del panorama la siempre cambiante sombra y luces, mientras la columna se movía. Fue una escena de encanto que parece mucho obra de la imaginación para ser real, incluso ahora, cuando la miro hacia atrás a través de la puerta de enlace de la memoria.

Por último la procesión entró en el patio, y todo fue bullicio y confusión durante una hora o más antes de que las tropas fueron finalmente proveídos para la noche, el equipaje dispuesto, y el grupo tranquilamente arreglado en las diversas de habitaciones la casa grande. La familia del propietario, Mauricio Gomez, reside la mayor parte del tiempo en Zapotlán, y no estaban en la hacienda cuando estuvimos allí. Cenamos como realeza, dormimos a pierna suelta—no hay mosquitos, y muy pocas moscas en todo este país—y a las 6 a.m., el día 15 salimos para Zapotlán, nuestro camino pasó por millas entre campos de arroz, cañaverales y campos de maíz que cubrían todo el campo.

Poco después de salir de San Marcos, llegamos a la de la rama principal la gran Barranca de Beltrán, que tiene cerca de