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la que le dió la vida, del mismo modo que á la que le alimentó con la leche de sus pechos.

Sin madre no hay hijo: entre ámbos los deberes son recíprocos, y si por una parte se desempeñan mal, será desatendidos por la otra. El niño debe amar á su madre ántes de saber que debe amarla. Si la voz de la sangre no se fortifica por el hábito y los cuidados, se estingue en los primeros años, y muere el corazon, por decirlo asi, ántes de nacer. Vednos, pues, apartados de la naturaleza desde el primer paso.

Tambien sale una muger por un camino opuesto, cuando en vez de desatender los cuidados de madre los lleva al esceso, haciendo un ídolo de su hijo, acrecentando y alimentando su debilidad para impedirle que la sienta, y con la esperanza de sustraerle á las leyes de la naturaleza aparta de él todo choque penoso, sin reflexionar cuantos accidentes y peligros acumula sobre su cabeza para lo futuro, por algunas incomodidades de que por el momento la preserva, y cuan bárbara precaucion es la de dilatar la debilidad de la infancia bajo las fatigas de los hombres hechos. Tetis, para hacer invulne-