Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/213

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estos dos estremos tengan unos signos tan semejantes, y sin embargo debe ser asi; porque en una edad en que el hombre no tiene todavía ningunas verdaderas ideas, la única diferencia que se encuentra entre el que tiene genio y el que no le tiene, es que este solo admite ideas falsas, y aquel, no hallando ninguna verdadera, las desecha todas: se parece pues al estúpido, en que este no es capaz de nada, en vez de que á él nada le conviene. La única señal que puede distinguirlos depende de la casualidad que puede presentar al último alguna idea á su alcance, en vez de que el primero es siempre y en todos casos el mismo. El jóven Caton durante el tiempo de su infancia parecía un imbécil en su casa; era taciturno y terco. He aquí todo el juicio que se formaba de él. Solo en la antecámara de Sila aprendió su tio a conocerle. Si no hubiese entrado en esta antecámara, quizá hubiera pasado por un bruto hasta la edad de la razon: si no hubiese vivido Cesar, quizá se hubiera tenido por un visionario á este mismo Caton que penetró su funesto genio y previó á lo lejos todos sus proyectos. ¡Oh cuan sujetos estan á engañarse los que juzgan de los niños