Página:Pigmalion (Rousseau).djvu/26

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(tirano!) y quando el cierzo se enfurece,
tan presto al mar deseas confiarlas?
Si como en busca vas de agenas tierras
é incógnitas mansiones, hoy dudára
la antigua Troya, por volver á Troya,
acaso el bravo piélago surcáras?
Huyes de mí? Por este llanto (ay triste!)
y por esa tu diestra ya empeñada,
(Pues todo, si no es ella, lo he perdido)
por nuestras núpcias y empezada alianza,
si algunos beneficios me debiste,
si alguna cosa en mí te ha sido grata,
y algo pueden mis ruegos todavia,
que mires la ruina de mi casa
con lástima, y depongas ese intento.
Las líbicas naciones por tu causa,
los Reyes de los Númidas, los Tirios
me han cobrado aversion: mi virtud casta
por causa tuya pereció igualmente,
y el antiguo decoro que bastaba
á sublimar mi gloria hasta los Cielos.
Quién me socorrerá, si tú me faltas?
mira que sin tu auxilio solo espero
que venga á destruir estas murallas
mi hermano Pigmalion, ó que cautiva
me saque de ellas el getulo Jarbas.
¡Si de tu amor alguna dulce prenda
lográra yo siquiera, antes que partas,
si un pequeñuelo Enéas, copia tuya,
travesease por mi regias salas
(cierto) no tan burlada me creyera,
ni tan enteramente abandonada!

Adagio triste, que concluye con dos ó tres golpes fuertes. Levántase Dido, reconoce con admiracion y desconsuelo la galería, y prosigue.

Qué es esto que me pasa? Ya estoy sola!
cumplió su intento al fin, y desmayada
me ha dexado el infiel! No he merecido
que á mi estancia siquiera me llevára!
Quién creyera de Enéas en el pecho
una fiereza tal, tal inconstancia?

Con furia.

Inhumano traydor! no, no fue Diosa
la que te concibió, ni tu prosapia
de Dárdano procede. Te engendraron
del cáucaso las ásperas montañas
entre sus duras y horrorosas peñas:
leche te dieron, sí, tigres hircanas.