Página:Pigmalion (Rousseau).djvu/27

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Por qué ya disimulo? Ya, qué espero?
ó qué insulto mayor sufrir me falta?
le ha costado mi llanto algun suspiro?
merecí que la vista á mí inclinára?
derramó alguna lágrima? Rindiose?
ó tuvo de una amante desgraciada,
la menor compasion? No sé quál de estas
debo llamar ofensa mas tirana.
La excelsa Juno y el Saturnio Padre
no, no miran ahora tal infamia
con el justo rigor: ni hay en el mundo
donde poner segura confianza.
Hospedage le di quando el destino
me le conduxo náufrago á estas playas.
(Qué demencia!) Partí con él el Reyno:
yo reparé su destruida armada:
libré á sus compañeros de la muerte.
Ah! las crueles furias me arrebatan!
¡Ahora, por dorar su accion indigna,
intenta suponerme que le mandan
se ausente los Oráculos de Apolo,
licios agüeros, bárbara embaxada
de Jove, que el Intérprete divino
á conducirle por los ayres baxa!
Mucho se empeñan los tranquilos Dioses
en tal ocupacion, mucho se afanan!
pero no seré yo quien le detenga;
ni impugnar quiero sus razones. Parta:
arrostre vientos y olas; y navegue
hácia Italia á reynar. Tengo esperanza
(si algo pueden los Númenes piadosos)
de que entre los escollos ya le aguarda
el castigo; y clamando allí mil veces
á Dido nombrará. Con negras llamas
como Furia, aunque ausente, he de seguirle;
y quando de este cuerpo arranque el alma
la fria muerte, llevará mi sombra
presente de continuo adonde vaya...
Pagarás tus maldades, hombre iniquo,
Y de los Manes en la obscura estancia
á mis oidos llegarán las nuevas.

Repara que los Troyanos andan en la Playa con hachas encendidas, preparando los baxeles para marchar.

Pero qué miro, Dioses! ¡En la Playa
ya todos los Troyanos se congregan,
el viento las tendidas velas llaman,
y adornan los gozosos Marineros
las popas! ¡Ya van botando al agua