Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/104

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mas, y revolviéndose de repente, vino sobre nosotros como una fiera, en ademan de devorarnos. Polemarco y yo penetrados del temor, nos quedamos atónitos. Pero él gritando en medio de los concurrentes, dirigiéndome la palabra, dixo: Sócrates, qué vagatelas os ocupan hace rato? Y qué necios estais ambos á dos, cediéndoos como de acuerdo la victoria el uno al otro? Pues si quereis con sinceridad saber qué cosa sea la justicia, no os limiteis vos á solo preguntar y haceros como una especie de gloria de refutar las respuestas de los demas, sabiendo que es mucho mas fácil el preguntar que el responder. Respondedme pues vos, y decidme: qué cosa es la justicia? Y no me vengais ahora con decir, que es aquello que conviene, aquello que es útil, aquello que es provechoso, aquello que es lucroso, ni aquello que es conducente; sino respondedme clara y terminantemente, porque no soy hombre que pase por buenas respuestas tamañas necedades. Al oir esto me atemorizé y le miraba con espanto, y á no haberle yo mirado primero que él á mí, creo que hubiese enmudecido del todo; pero tuve la fortuna que quando empezaba á enardecerse, eché primero los ojos sobre él y quedé en estado de poderle responder, y aun le dixe temblando todo: no os encolericeis, Thrasimaco, contra nosotros. Porque si en nuestra disputa nos hemos engañado yo y Polemarco, estad persuadido, que ha sido esto contra toda nuestra intencion. Pues si buscasemos oro, no