Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/181

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creerse, que Jupiter sea el repartidor de los bienes y de los males. Y si alguno dixese tambien, que instigado de Jupiter y de Minerva, violó Pandara los juramentos y rompió las treguas, nos guardariamos bien nosotros de aprobarselo; ni tampoco lo de la querella de los dioses apaciguada por Themis y por Júpiter. Ni sufriremos, que se diga en presencia de nuestra juventud, aquello de Eschylo, que quando Dios quiere destruir una familia de raiz, hace nacer la ocasión de castigarla. Pero si alguno compusiese una tragedia, sobre las desgracias de Niobe (31), ó de los descendientes de Pelope (32), ó sobre las de Troya, ú otras semejantes, nosotros le obligaremos á decir, que estas desgracias no son obras de Dios, ó que si Dios es el autor se encontrará en ellas una razon parecida á la que ahora buscamos: diciendo, que en esto nada hizo Dios que no fuese justo y bueno, y que este castigo se convirtió en provecho de aquellos que le recibieron (33).Pero que aquellos á quienes Dios castiga sean malaventurados, de modo alguno se ha de permitir que lo diga ningun poeta. Digan enhorabuena que los malos son dignos de compasion, en quanto tienen necesidad de castigo; pero digan tambien, que las penas que Dios les envia son un bien para ellos. Mas si por acaso se sostuviese en presencia nuestra que Dios, siendo bueno, ha causado mal á alguno, lo rechazaremos con todas nuestras fuerzas, y si queremos que nuestra república esté