Página:Platón - La República (1805), Tomo 1.djvu/333

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no puede subsistir sin el comercio del lenguage, y éste pide necesariamente la conformidad de las palabras con el pensamiento en el que habla, y en el que oye la creencia, que no se funda en otra cosa que en la fidelidad del otro. De donde se sigue que aún en las mentiras oficiosas, ó que se dicen por el bien particular de alguno, siempre hay una violacion de aquella fidelidad que interesa mas á la fé pública de la sociedad, que el bien de un particular. Y así aún quando no haya gran culpa en las mentiras oficiosas y jocosas, con todo no están sin ella, como dice San Agustin. Ahora, quando al bien público ó particular no se sigue ningun perjuicio, antes al contrario están interesados en que se oculte la verdad, podrá hacerse este valiendose de aquellos términos que ó solos, ó juntos entre si, suelen comprehender muchos sentidós, ya sea en el uso público, ya en el estilo de algun arte, ó ya por alguna figura comun y fácil de entender; porque basta que nuestro pensamiento corresponda á una de estas significaciones, á fin que se salve la fidelidad del convenio social, y que no se mienta, aunque se crea que el que escucha tomará las palabras en otro sentido; puesto que se verifica la conformidad de las palabras con el pensamiento. Por tanto, ni aún á los magistrados con pretexto del bien público les es lícito mentir; porque este mal exemplo acarrearia acaso mas daños á la sociedad que la privacion de aquel bien; sobre no estar autorizados con derecho ninguno para esto, contra lo que pretende Grocio con poca razon, en el lib. 3. cap. I del Derecho de la guerra y de la paz.

(7) De ciervo. Estas son las injurias que Achiles dice á Agamemnón al principio de la Iliada. Pudieran traducirse en español con mas nobleza, diciendo destemplado, insolente y cobarde; pero suavizandolas y quitando lo que tienen de grosero, se disminuiría el horror que Platón quiso inspirar. No ignoro que aquellas palabras no se acostumbran decir entre la gente noble y bien criada de nuestra nacion, especialmente en sus querellas. Pero tales eran las costumbres antiguas, que es