Galán, y de doña María Díez Rejón; personas que debieron disfrutar de alguna consideración social, si se atiende á que el mismo Bernal Díaz en su historia se cuenta muchas veces entre los hidalgos y sujetos de calidad que asistieron á la conquista,[1] y á que el emperador Carlos V le llamara «deudo de servidores y criados nuestros» al recomendarle especialmente en una Cédula Real al Presidente de la Audiencia de Guatemala.[2]
No se sabe con fijeza la fecha del nacimiento de Bernal Díaz, aunque bien puede suponerse que sería en los últimos años del siglo XV, y que no tenía muchos cuando en 1514 salió de Castilla y se embarcó con el gobernador nombrado para Tierrafirme Pedro Arias d'Avila; asemejándose en esto á los historiadores del Perú Francisco de Jerez y Pedro Cieza de León, que, según común creencia, contaban quince y trece años respectivamente cuando pasaron á las Indias. Pero sí se sabe, que el primer punto de aquel continente que conoció nuestro aventurero fué la ciudad de Gracias á Dios, donde á poco de llegar presenció las diferencias que el dicho Pedrarias tuvo con su yerno el conquistador de aquella provincia y descubridor del mar del Sur Vasco Núñez de Balboa, á quien, entendiendo que iba á alzarse con copia de soldados para efectuar por sí alguna empresa, ó envidioso acaso de las que había ya realizado, formóle proceso y le mandó degollar. Lo cual, y la inquietud de los ánimos, y la inacción de los expedicionarios que ansiaban conquistas y sus consiguientes provechos, y las noticias que habían llegado allí de que á Diego Velázquez y á los suyos les iba muy bien en la conquista de Cuba, hiciéronles pedir á Bernal Díaz y á otros hidalgos licencia, que alcanzaron de Pedrarias, para trasladarse á aquella isla, confiados en obtener ricas encomiendas de indios.
- ↑ Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España, por el capitán Bernall Díaz del Castillo, uno de sus conquistadores. Cap. I y otros.
- ↑ Vease en Adiciones y aclaraciones. — Núm. I. — Cédula Real dirigida al Licenciado Cerrato, pág. 391.