Página:Sintaxis castellana.djvu/8

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ras reglas tradicionalmente repetidas, pero sin efectivi- dad alguna, no siendo en la obcecación o pereza de sus formuladores. Pero era necesario remover y destruir, so pena de acrecentar el mal, de suyo tan crecido.

Los que nos dedicamos a la enseñanza, debemos horro- rizarnos de que algún día puedan nuestros discípulos re- petir las amargas palabras con que alude Cejador a las reglas aprendidas por él en los bancos de la escuela: «Yo mismo, como todos los demás, he creído por largo tiempo en tales patrañas?>; y de que puedan añadir después, con el citado autor: «Cercioréme al cabo de su falsedad, bus- qué el origen que les dió la existencia, y no le hallé.» ¿Y estamos a cubierto de que tal nos acontezca, si enseñamos sin crítica las fórmulas tradicionales? Por mi parte decla- ro que no, sin la más mínima duda, y muy especialmente tratándose de Sintaxis; y agrego que no existe sino una manera de evitar el daño: y es remontarnos a la fuente misma de los hechos, a la cual acudirán también nuestros alumnos, cuando se dispongan alguna vez a residenciar la enseñanza impartida por nosotros.

Á esa fuente me he dirigido, libre de prejuicios y aje- no a cualquier tendencia, con la curiosidad explicable en quien desea conocer la verdad; he tomado el idioma en su forma presente, es decir, respetando lo viejo que aun subsiste, y dando cabida a lo nuevo ya consagrado; y asi fué surgiendo esta obra, susceptible por supuesto de nue- vos ensanches, pero definitivamente encaminada, al me- nos dentro de los propósitos y el concepto de su autor.

R. B.

Febrero de 1916.