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EL RUISEÑOR Y LA ROSA


dulce como la miel y su aliento es como incienso."

El estudiante levantó la vista de la hierba y escuchó, pero no podía entender lo que decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas escritas en libros.

Pero el árbol de roble entendió y se sintió triste, porque apreciaba mucho al pequeño ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.

"Cantame una última canción," susurró; "Me voy a sentir muy solitario cuando te hayas ido."

Entonces el ruiseñor le cantó al árbol de roble, y su voz era como borbotones de agua saliendo de una jarra de plata.

Cuando terminó su canción, el estudiante se levantó y sacó una libreta y un lápiz de su bolsillo.

"Ella tiene forma", se dijo a sí mismo, mientras caminaba alejándose a través de la arboleda— "que no se le puede negar; ¿pero siente? Yo

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