Para leer a Carlos Castaneda/7

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​Para leer a Carlos Castaneda​ de Guillermo Marín Ruiz
V.- El segundo anillo de poder

V. EL SEGUNDO ANILLO DE PODER

Primera edición en inglés, 1977
Primera edición en español, 1979
Título original: The Second ring of power
Traducción: Horacio Vázquez Rial
Editorial Pomaire, S.A., España

Tras haber saltado hacia el vacío, Castaneda ha vivido solo, por primera vez, el encuentro con el nagual y relata que su "racimo" se reagrupó 17 veces. Después de un tiempo regresa a México a buscar a los otros aprendices para intercambiar experiencias. Sabe que ya no podrá ver a su maestro Don Juan, ni a su benefactor Don Genaro; tendrá que cumplir con la tarea que el poder le designó, pero primero deberá "recordar" las enseñanzas de la "conciencia acrecentada": tendrá que trabajar con su grupo y convertirse en nagual.

Don Juan, al ausentarse, le dejó una laboriosa y peligrosa tarea en la cual la muerte está presente a cada momento. "Los aprendices están igual o más confundidos que Castaneda y todos deberán cumplir con las tareas que Don Juan les asignó antes de su partida. Estas tareas llevan como objetivo el finiquito de una parte de proceso de aprendizaje de cada uno y, la "organización funcional" del nuevo grupo y su nagual.

En este libro, cuya pobreza literaria es sensible, se siente la ausencia física de Don Juan, aunque muchos de los recuerdos de los aprendices conllevan su presencia y sus enseñanzas. Este libro y Las enseñanzas de don Juan son quizás los más confusos, aunque la riqueza en conocimientos del "segundo anillo de poder" es mayor. Los relatos, casi fantásticos y descabellados, en el que las hermanitas, la gorda y doña Soledad, luchan batallas de exterminio con Castaneda, en momentos parecen “fuera del contexto de la obra”. Se pierde la elegancia y ritmo que Don Juan le imprime a las enseñanzas que recoge Castaneda.

A partir de "la explicación de los brujos" , Castaneda tiene mayor claridad, y a este libro lo titula "El Segundo anillo de poder". porque entiende que ahora tiene que recuperar, a partir de "recordar", todas las enseñanzas que, de forma paralela, Don Juan le enseñó en los estados inducidos de “conciencia acrecentada”, cuando le enseñaba a “reordenar su isla del tonal”. Si, por una parte, en los estados de conciencia normal Castaneda aprendió las técnicas para "barrer la isla de tonal" existiendo una "continuidad" en la secuencia cronológica, no fue así en las enseñanzas en estado de conciencia acrecentada, que tienen como objetivo hacer que el aprendiz desarrolle "su voluntad" para poder entrar al mundo del nagual. De estas enseñanzas no hay recuerdo y no hay cronología en la conciencia normal o cotidiana.

Castaneda intuye que sabe, pero tiene que hacer un esfuerzo descomunal para recordar y poder "ensamblar" toda la enseñanza. Es interesante subrayar que en este libro empieza a manifestarse con mayor nitidez la presencia de la civilización tolteca del Anáhuac en las enseñanzas. La Toltequidad o Toltecáyotl, a través de este libro y los siguientes, ocupará un lugar más visible y no quedará, como en las otras, como una vaga insinuación. Por otra parte, Castaneda encontrará a su grupo; que anteriormente apenas lo conocía. Don Juan había sido muy cuidadoso de que no se diesen profundas relaciones de amistad entre los demás aprendices y Castaneda; para lograrlo, siempre los mantuvo envueltos en un hálito de misterio. Castaneda suponía que unos eran aprendices y otros parientes. En este libro nos demostrará cómo se enfrentó a ellos como parte de las instrucción de Don Juan y cómo logró convertirse en el nagual del grupo y, al ir "recordando", cómo recuperará experiencias y enseñanzas de los guerreros del grupo de Don Juan, en las enseñanzas del mundo de la conciencia acrecentada, Don Juan se apoyó en sus compañeros de “camada”, quienes también fueron sus maestros, (aunque él no lo recuerde), con quien convivió en las enseñanzas de la conciencia acrecentada.

El primer desafío de Castaneda lo recibe con Doña Soledad, una mujer vieja y gorda que le daba de comer a Don Juan y a su grupo, a quien ahora la encuentra como una espléndida guerrera con la que tendrá que confrontarse para morir o seguir adelante. Castaneda reconoce, incrédulo, no sólo la transformación física de Doña Soledad sino también la fuerza y el poder que como bruja ha adquirido. Dado que los guerreros conciben al mundo y a los seres vivos como cargas energéticas, y ellos ahorran energía, pueden ahora lograr increíbles transformaciones en su cuerpo o tonal. Sin embargo, a pesar de estos grandes cambios nunca se puede pensar en el éxito total, ya que la batalla que se "tiene contra el "antiguo ser" será de toda la vida.

Castaneda también enfrenta a "las hermanitas", quienes feroces obligan a Castaneda a ser impecable con ellas. Las hermanitas son hábiles ejercitadoras de ensoñar, en especial Josefina quien, por ser muy bonita, aprendió a confundir a la gente para poder pasar inadvertida (la libertad ilimitada de ser un desconocido). Las hermanitas le enseñan que, sólo cuando nada se tiene que perder, se adquiere el coraje suficiente para ser impecable; si tenemos algo que perder, nos aferramos a ello.

Otro de los encuentros fue con "la gorda", aprendiz de Don Juan que, de alguna manera, fue en la que más se apoyó Castaneda; uno de los avances de ella era que había perdido la forma humana y por lo mismo ya no tenía sentimientos "humanos" hacia la gente. Dicho de otra manera, ya no estaba enganchada al mundo cotidiano".

Don Juan decía que los guerreros debían perder la forma humana. Los guerreros saben que no pueden cambiar un ápice, que no les está permitido en principio, y esa es la ventaja que tienen sobre el hombre común, que piensa que todo lo puede hacer. El guerrero, como sabe que no puede cambiar, jamás se decepciona al fracasar en un intento de cambio.

En este libro es cuando, muy claramente, Don Juan le dice a los aprendices que son "toltecas" por ser receptores y conservadores de estos misterios. Miguel León Portilla, en el vocabulario filosófico de su "Filosofía náhuatl", dice: "Toltecáyotl: toltequidad, conjunto de tradiciones y descubrimientos debidos a los toltecas. Conviene destacar el hecho de que los nahuas del período inmediatamente anterior a la Conquista atribuían a todo lo más elevado de su cultura un origen tolteca. Así, mencionan al artista como un toltécatl; del orador como un ten toltécatl (tolteca del labio, o de la palabra). Esto prueba por una parte lo que se ha llamado “conciencia histórica” de los nahuas, así como su afán de superación y cultura que los lleva a comparar a sus sabios y artistas con lo que era para ellos el símbolo del saber. Por eso también a sus sumos sacerdotes, a los directores supremos de los Calmécac, dieron el título de Quetzalcóatl, evocando así al genio tolteca por excelencia."

Lo revelador de la obra de Castaneda es que le da una “lógica” a los estudios que hace la academia sobre el conocimiento de los legendarios toltecas. En efecto, el eurocentrismo y la colonización cultural, niegan en la academia, cualquier profundo valor universal al conocimiento tolteca. Juzgado desde un supuesto púlpito de supremacía, muy pocas veces tratan de interpretar en sus investigaciones científicas, el aspecto filosófico de la civilización del Anáhuac, como un valor trascendente y menos como una luz, en el conocimiento “universal”. Los toltecas para los investigadores, son solo una cultura, no un grado de conocimiento y los quieren ubicar como otro pueblo, como los mayas o zapotecos.

Seguramente que el conocimiento que Don Juan le trasmite a Castaneda, tuvo sus orígenes con los olmecas quince siglos antes de la era cristiana y que lo que hoy llamamos zonas arqueológicas, del periodo Clásico, no fueron “palacios, ciudades o fortalezas”, sino centros de conocimiento, en los que se desarrolló esta sabiduría para alcanzar “la libertad total”, vértice superior de todas las civilizaciones ancestrales con origen autónomo.

Por otra parte, el mismo autor, en la introducción del libro "Toltecáyotl" —aspectos de la cultura náhuatl— dice: "Toltecáyotl, traducido a la letra, significa toltequidad: esencia y conjunto de creaciones de los toltecas. Pero cabe desentrañar mejor la riqueza de sus connotaciones. De sentido abstracto y también colectivo este vocablo es derivado de toltécatl. Los antiguos mexicanos lo empleaban para abarcar lo que consideraban herencia suya, semilla de inspiración y condicionante de ulteriores logros.. ."

Don Juan sabía, a través de la tradición oral, que él era un tolteca y que sus prácticas y conocimientos se llamaban Toltequidad. Uno de los aprendices dijo que probablemente Don Juan no sabía que los toltecas conformaban una cultura; Don Juan simplemente era fiel a la tradición y dentro de sus enseñanzas decía que un aprendiz se convierte en tolteca cuando aprende los misterios del "acechar y del ensoñar", y que con ello el aprendiz retendrá estos misterios en su cuerpo.

Don Juan decía que el núcleo de nuestro ser era el acto de percibir, y a partir de la percepción se llegaba a la toma de conciencia; estos estados (la percepción y la conciencia) funcionan como una sola unidad; esta unidad tenía dos esferas: una era la "atención del tonal" o "el primer anillo de poder", el mundo de la razón y de los pensamientos. Y la otra era la "atención del nagual" o "el segundo anillo de poder", el mundo de la voluntad y de los actos. Don Juan señala que la única libertad que tiene el guerrero en el mundo cotidiano consiste en llevar una conducta impecable. Lo más difícil de afrontar en el mundo cotidiano para un guerrero es dejar ser a los otros, y si los otros "no pueden", el guerrero debe ser impecable y no decir una sola palabra. Al final de la obra los aprendices y Castaneda realizan un extraño ejercicio tolteca de poder: asumen una posición cuya descripción coincide exactamente con los llamados Atlantes de Tula, figuras en piedra que representan a guerreros toltecas y que están en Tula, Hidalgo, México.

Este libro es la transición del trabajo de autor entre las enseñanzas del lado derecho o la isla de tonal y las enseñanzas para el lado izquierdo o el mundo de nagual. Castaneda tendrá que "recordar", y con ello los conocimientos adquiridos ocuparán el sitio debido. Si en este libro baja la calidad literaria y la información sobre el conocimiento es porque el propio autor estaba "confundido" o iniciaba su tarea de "recordar". En los restantes esta tarea es llevada con eficiencia creciente; los lectores de Castaneda de "alguna manera" también pudimos "entender" o "ensamblar" la obra completa.

1 La transformación de doña Soledad

"Quiso saber si yo había entendido correctamente a don Juan cuando él decía que todo era posible si uno tenía un firme propósito...

Para ellas, por supuesto, la cuestión era cambiar o morir. Pero ese es el caso de todos nosotros, una cosa o la otra...

Don Juan siempre había insistido en que nuestro peor enemigo era la incapacidad para aceptar la realidad de aquello que nos ocurre...

Don Juan había dicho que, cuando por fin uno entiende qué ocurre, suele ser demasiado tarde para retroceder. Afirmaba que siempre es el intelecto lo que nos embauca; recibe el mensaje en recibe el mensaje en primer término, pero en vez de darle crédito y obrar en consecuencia, pierde el tiempo en discutirlo...

2 Las hermanitas

Si eran las verdaderas herederas de don Juan, debían ser impecables conmigo, revelando sus designios, y no comportarse como seres humanos ordinarios, codiciosos... Me había dicho una y otra vez que mi racionalidad comprendía tan sólo una pequeña porción de lo que denominaba la totalidad de uno mismo...

Fiel a su propósito de no comprometerse, don Juan había aspirado a una victoria total o a una completa derrota para mí. Si sus enseñanzas no habían servido para ponerme en contacto con mis recursos ocultos, la prueba lo pondría en evidencia, en cuyo caso habría sido muy poco lo que yo pudiese hacer...

Lo que anhelaba en ese momento era la maestría de don Juan frente a cualquier situación que se presentara, su camaradería intelectual, su humor. En cambio, me hallaba en compañía de dos idiotas...

Mi cólera desapareció, dando paso a una extraña serenidad, una frialdad, y, a la vez, un deseo de reír. Comprendí en aquel momento algo trascendental. Ante el impacto de los actos de doña Soledad y de las hermanitas, mi cuerpo se había desprendido de la racionalidad; yo había, dicho en los términos de don Juan, parado el mundo...

El Nagual dijo que el poder sólo llega tras haber aceptado nuestros destinos sin discusión.

Cuando no se tiene nada que perder, se adquiere coraje. Somos temerosos únicamente en la medida que tengamos algo a que aferrarnos...

3La Gorda

Las palabras de don Juan siempre habían surtido un doble efecto sobre mí: el uno, al oír sus aseveraciones por primera vez; el otro, al leer a solas lo escrito y olvidado...

—Estás equivocado; un guerrero no busca nada que le consuele...

Dijo que un guerrero no debía dejar nada librado al azar, que un guerrero era realmente capaz de alterar el curso de los sucesos, valiéndose del poder de su conciencia y de la inflexibilidad de su propósito...

Sí —continuó—, somos trozos del sol. Es por ello que somos seres luminosos. Pero nuestros ojos no llegan a captar esa luminosidad porque es muy débil. Sólo los ojos de un brujo alcanzan a verla, y ello al cabo de toda una vida de esfuerzos...

El Nagual me enseñó a permanecer en equilibrio y no buscar nada con ansiedad...

—Un guerrero debe deshacerse de la forma humana si quiere cambiar, realmente cambiar. De otra manera, las cosas no pasan de ser una conversación sobre el cambio, como en tu caso. El Nagual decía que era inútil creer o esperar que sea posible cambiar los propios hábitos. No se cambia un ápice en tanto se conserva la forma humana. El Nagual me dijo que un guerrero sabe que no puede cambiar; es más: sabe que no le está permitido. Es la única ventaja que tiene un guerrero sobre un hombre corriente. El guerrero jamás se decepciona al fracasar en una tentativa de cambiar...

4 Los Genaros

Agregó que todo lo que le sucedía a un guerrero debía interpretarse como un presagio...

—Todo lo que decimos —prosiguió—, es un reflejo del mundo de la gente. Descubrirás antes de que tu visita haya terminado que hablas y actúas como lo haces porque sigues unido a la forma humana, así como los Genaros y las hermanitas siguen unidos a la forma humana cuando luchan a muerte entre ellos...

me respondió que todo en el mundo de un guerrero, como yo debía saber, dependía de la impecabilidad...

Dijo que los guerreros siempre tenían una oportunidad, no importa cuán pequeña sea... El Nagual les advirtió a todos ellos que los guerreros, tanto hombres como mujeres, deben ser impecables en su esfuerzo por cambiar, con el objeto de asustar a la forma humana y deshacerse de ella...

—El Nagual nos hizo saber que éramos toltecas. Todos nosotros somos toltecas. Según él, un tolteca es un receptor y conservador de misterios. El Nagual y Genaro son toltecas. Nos dieron su luminosidad y sus misterios. Recibimos sus misterios y ahora los conservamos.

Su empleo de la palabra «tolteca» me desconcertó. Yo estaba familiarizado únicamente con su significado antropológico. En ese contexto, refiere siempre a la cultura de un pueblo de lengua náhuatl del centro y sur de México, ya extinguido en tiempos de la Conquista.

—¿Por qué nos llamaba toltecas? pregunté, sin saber qué otra cosa decir.

—Porque eso es lo que somos. En vez de decir qué éramos brujos o hechiceros, él decía que éramos toltecas.

—¿Les dijo el Nagual en alguna oportunidad que los toltecas eran un pueblo antiguo que vivió por esta parte de México? —pregunté.

—¿Ves a dónde vas a parar? Por eso a ti no te dijo nada. Lo más probable es que el viejo cuervo no supiera que se trataba de un pueblo antiguo.

Se mecía en la silla mientras reía. Su risa era muy agradable y contagiosa.

—Somos toltecas, Maestro —dijo—. Ten la seguridad de que lo somos...

Néstor afirmó que estaban acostumbrados a andar en la oscuridad y que el arte de un brujo consistía en pasar desapercibido aun en medio de la multitud...

Aprendieron a pasar inadvertidos por en medio de todo eso. Conocían el arte del acecho...

El Nagual decía que es un honor y una satisfacción ser un guerrero, y que la fortuna del guerrero consiste en hacer lo que debe hacer...

5 El arte del soñar

Me hizo saber que el Nagual le había recomendado ser un guerrero vehemente y seguir cualquiera de los caminos que su destino le trazara...

Un cazador se limita a cazar —dijo—. Un acechador lo acecha todo, inclusive a sí mismo...

El Nagual me dijo que es posible llegar a acechar nuestras propias debilidades...

—¿Cómo es posible acechar las propias debilidades, Gorda?

—Del mismo modo en que se acecha una presa. Descifras tus costumbres hasta conocer todas las consecuencias de tu debilidad y te abalanzas sobre ellas y las coges como a conejos en una jaula...

En realidad, lo que un guerrero necesita para ser un acechador impecable es tener un propósito...

Todos disponemos de poder personal para algo...

Estaba convencido de que la conciencia de muerte podía dotarnos de las fuerzas necesarias para resistir la presión y el dolor de la vida y el temor a lo desconocido...

Afirmó que le había llevado muchísimo tiempo entender que el Nagual también había tenido que abandonar la forma humana. No era cruel. Sencillamente, ya no experimentaba sentimientos humanos. Todo era igual para él. Había aceptado su destino...

El Nagual no estableció las reglas —dijo—. Las reglas fueron establecidas en alguna parte, allí fuera; no por un hombre...

—No importa lo que nadie diga ni haga afirmó. Tú debes ser impecable. La lucha se libra en nuestro pecho.

Me dio unos ligeros golpes en el pecho.

—Si tu padre o tu abuelo se hubiesen propuesto ser guerreros impecables —prosiguió don Juan—, no habrían perdido el tiempo en discusiones bizantinas. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez. Y eso es lo importante. El resto no vale la pena.. .

El Nagual me dijo que los brujos solían ser llamados toltecas en el lenguaje de su benefactor... Un brujo es un tolteca cuando ha sido iniciado en los misterios del acechar y el soñar —dijo con mucha tranquilidad—. El Nagual y Genaro fueron iniciados por su benefactor y retuvieron esos misterios en sus cuerpos. Nosotros hacemos lo mismo, y por eso somos toltecas, como el Nagual y Genaro.

El Nagual nos enseñó, a ti y a mí, a ser desapasionados. Yo soy más desapasionada que tú por cuanto carezco de forma. Tú aún la conservas y estás vacío. Es decir, que tienes toda clase de problemas. Algún día, sin embargo, volverás a estar completo y te darás cuenta de que el Nagual tenía razón. Afirmaba que el mundo de las gentes sube y baja y las gentes suben y bajan con su mundo; como brujos, no tenemos por qué seguirlas en sus subidas y bajadas.

»El arte de los brujos consiste en estar fuera de todo y pasar desapercibido. Y, sobre todo, en no malgastar el poder. El Nagual me informó de que tu problema es que siempre te enredas en idioteces, como ahora...

Don Juan aseveraba que el núcleo de nuestro ser era el acto de percibir, y lo mágico de nuestro ser era la toma de conciencia. Para él la percepción y la conciencia constituían una sola, inseparable, unidad funcional, una unidad con dos esferas. La primera de ellas correspondía a la «atención del tonal», es decir, a la capacidad de la gente corriente de percibir y situar su conciencia en el mundo ordinario, el de la vida diaria. Don Juan también llamaba a esa forma de atención «primer anillo de poder», y la describía como nuestra terrible pero indiscutible facultad de poner orden en nuestra percepción del mundo.

La segunda esfera abarcaba la «atención del nagual», esto es, la capacidad de los brujos de situar su conciencia en el mundo no ordinario. El denominaba a este ámbito «segundo anillo de poder»: la facultad completamente tormentosa, que todos teníamos, pero sólo los brujos usaban, de poner orden en ese otro mundo...

Lo que don Juan había luchado por derrotar, o, mejor dicho, suprimir en mí, no era mi razón considerada en el sentido de capacidad para el pensamiento racional, sino mi «atención del tonal» o conciencia del mundo del sentido común...

Don Juan había dicho que nuestro «primer anillo de poder» penetra en nuestras vidas en épocas muy tempranas y vivimos bajo la impresión de que ese es todo nuestro mundo. El «segundo anillo de poder», «la atención del nagual» permanece oculto para la inmensa mayoría de nosotros, y se nos revela justo en el momento de la muerte. No obstante, existe un camino para llegar hasta él, al alcance de todos, pero cuyo recorrido solamente emprenden los brujos: el «soñar». «Soñar» consiste, en esencia, en transformar los sueños corrientes en cuestiones volitivas. Los soñadores, mediante el expediente de concentrar la «atención del nagual» en los asuntos y sucesos de sus sueños ordinarios, los transforman en «soñar»...

Elegimos ser guerreros o ser hombres corrientes. No existe una segunda oportunidad. No sobre esta tierra...

6 La segunda atención

El Nagual se cansó de decirte que la única libertad de que disponen los guerreros consiste en su conducta impecable...

El soñar es el único modo de concentrar la segunda atención sin dañarla, sin que resulte amenazadora u horrenda...

El Nagual me dijo que los seres humanos eran criaturas frágiles compuestas por muchas capas de luminosidad. Cuando los ves, parecen poseer fibras, pero éstas son en realidad capas, semejantes a las de una cebolla. Las sacudidas, de cualquier clase que sean, separan esas capas y pueden producir la muerte...

Es necesario enganchar a los hombres. A las mujeres no. Las mujeres entran libremente en todo. En ello radica su poder y su desventaja. Los hombres deben ser guiados y las mujeres, contenidas...

Te comportaste como un hombre corriente. El Nagual nos había preparado para ser guerreros. Decía que un guerrero no sentía compasión por nadie. Para él, sentir compasión implicaba desear que la otra persona fuese como uno, estuviese en el lugar de uno y que esa es la razón por la que se da una mano. Eso hiciste con Pablito. Lo más difícil del mundo, para un guerrero, es dejar ser a los otros...

La impecabilidad de un guerrero consiste en dejar de ser y apoyar a los demás en lo que realmente son. Desde luego, eso implica confiar en que los otros son también guerreros impecables.

—¿Y si no son guerreros impecables?

—Entonces tu deber es ser impecable y no decir palabra —replicó—. El Nagual sostenía que sólo un brujo que ve y ha perdido la forma puede permitirse ayudar a otro...

Me explicó que la formación en la cual nos hallábamos era una postura de poder tolteca. En aquel instante era yo el centro y la fuerza capaz de reunir los cuatro rincones del mundo. Lidia era el Este, el arma que los guerreros toltecas blandían con la mano derecha; Rosa era el Norte, el escudo sostenido por delante del guerrero; Josefina era el Oeste, el espíritu cazador del guerrero, sostenido por su mano izquierda; y la Gorda era el Sur, el cesto que los guerreros llevan a la espalda y en la que guardan sus objetos de poder. Afirmó que la posición natural de todo guerrero era de cara al Norte..." C.C.