Reflexiones o sentencias: 24

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§ 231. Cuando nos dejan los vicios, nos lisongeamos creyendo que los dejamos nosotros á ellos.


§ 232. Hay recaidas en las enfermedades del alma, como en las del cuerpo: la que creemos perfecta curacion no es por o comun otra cosa sino una como suspension del achaque, ó haberse cambiado en otro de diferente naturaleza.


§ 233. Los defectos del alma son como las heridas del cuerpo: por mucho cuidado que pongamos en curarlas, siempre queda la cicatriz, y estan expuestas á cada momento al peligro de volverse á abrir.


§ 234. Lo que por lo comun nos impide abandonarnos á un solo vicio, es que tenemos muchos.


§ 235. Bien pronto olvidamos nuestras faltas, cuando solo de nosotros son conocidas.


§ 236. Hay personas de quienes no debemos creer mal sin haberlo visto; pero no debemos sorprendernos al verle en quien quiera que sea.


§ 237. Los incapaces de cometer grandes crímenes no los sospechan fácilmente de otros.


§ 238. Ensalzamos la gloria de unos para abatir ó rebajar la de otros: y algunas veces elogiariamos menos á Pedro, si no quisiesemos vituperar á Pablo; y al contrario.


§ 239. El deseo de parecer hábil sirve ordinariamente de impedimento para serlo.


§ 240. No adelantarla mucho la virtud, si no la acompañase la vanidad.