Revista de España: Boletín 02

De Wikisource, la biblioteca libre.
Revista de España
Tomo I, Número 2: Boletín bibliográfico
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO




LIBROS ESPAÑOLES.


Estudios literarios de D. Antonio Cánovas del Castillo, individuo de número de las Reales Academias Española y de la Historia. Tomo I. Madrid, 1868. Imprenta de la Biblioteca universal económica. Precio 20 rs.

Con aquel modesto título se acaba de publicar el tomo primero de las obras en verso y prosa de D. Antonio Cánovas del Castillo. Conocidas eran casi todas ellas, y con mucha razón estimadas de los amantes de las letras, por haberse dado á luz sueltas en distintas épocas y publicaciones: esta circunstancia dobla el valor de la colección que el autor comienza á darnos y ofrece continuar, porque así podrán apreciar en conjunto el mérito de sus trabajos los que separadamente los aplaudieron con justicia. Si á esto se une que según declara el autor uno de los motivos que le han inclinado á publicar este libro ha sido el de corregir con más espacio y reflexión lo que tal vez escribiera apresuradamente y en los dias de su mocedad, dicho se está que su lectura tiene un verdadero interés literario aun para aquellos que sepan de memoria algunas de las obras en él comprendidas.

Una publicación de la importancia de la que nos ocupa merece que se la examine más detenida y extensamente de lo que permiten estos apuntes bibliográficos. Creemos que no faltará quien emprenda aquella útil tarea, que será gratísima cuando tan pocas ocasiones de ocuparse en ella nos ofrece nuestra pobreza literaria; mientras tanto nos reduciremos nosotros á dar breves noticias del libro, y con ellas nuestro parabién al Sr. Cánovas y á sus lectores.

Comprende el volumen de que hablamos (además de un prólogo discreta y elegantemente escrito, en el que no se aparta el autor de la verdad sino para colocarse injustamente entre los aprendices de las letras) las poesías y una novela histórica, La campana de Huesca, impresa ya otras dos veces y merecidamente coronada con el elogio de los entendidos y los profanos. Vivo retrato esta obra (cuyo estilo imita acertadamente el de las antiguas crónicas) de las costumbres y revueltas políticas de la monarquía aragonesa en los siglos medios, no solo acredita á su autor de selecto novelista por el interés con que anima la fábula por él creada y los sucesos verdaderos que refiere, sino que revela sus vastos y bien meditados conocimientos en la historia patria y el cariñoso afán con que la ha estudiado el Sr. Cánovas. De este su constante amor á los recuerdos de otros tiempos y otros hombres nos habla el mismo en el prólogo que antes citamos; desmintiendo así á los que torpemente suponen que cuantos somos adversarios del absolutismo político (traido por cierto á España por gentes extranjeras) estamos reñidos con las memorias siempre queridas y muchas veces gloriosas de nuestros abuelos.

Reflejo las poesías de las varias impresiones que han conmovido en diversos dias el alma del autor, vienen á ser fiel y acabada expresión de los afectos juveniles, ya del noble entusiasmo que le inspiran las grandes ideas y los grandes infortunios, ya (como en las delicadísimas que tienen por título Las flores del halcón y Ayes) son el eco de una ternura y un dolor tan apasionados como legítimos. Todas están llenas de bellas imágenes que descubren el origen meridional del poeta; pero con tal acierto usadas que bien se deja ver que su fantasía está regida por el buen gusto; el estilo por que están escritos es siempre fácil, adecuado y galano, y respira, por decirlo así, el eficaz amor del Sr, Cánovas á los estudios clásicos.

Si al ilustrar con su palabra los debates de nuestro Parlamento, si con sus escritos de política y su proceder como estadista ha probado el Sr. Cánovas que por su propio mérito ha conseguido justamente en más de una ocasión la honra de gobernar á sus conciudadanos, con su nuevo libro ha venido á probar que los títulos académicos que hoy adornan su nombre los debe también á su valor y merecimientos literarios.

¡¡Sin nombre!! por Velisla. Madrid, 1868. Lleva este epígrafe un tomo de cerca de 400 páginas, regularmente impreso, que contiene una rica colección de artículos de costumbres, viajes y crítica literaria, debidos á la pluma de un sujeto, que si bien oculta su nombre bajo el velo trasparente del anagrama, es fácilmente reconocido por un personaje político importante, honra de la tribuna y del foro, consecuente en sus principios, y generalmente estimado por su ingenio, saber y carácter.

El libro no desdice de la persona que le ha escrito, antes le dá un título más al aprecio que con trabajos más graves ha sabido adquirirse. Es además muy digno de notarse y aplaudirse este libro, porque combate con el ejemplo una preocupación lastimosa que se va haciendo muy general en España; la preocupación de la gravedad, formalidad, tiesura y entono que aqueja á los hombres serios. Velisla prueba que el hombre serio español, así como el hombre serio de otro cualquier país, puede ser regocijado, alegre, chistoso y hasta ligero ante y con el público; que no ha menester de una pesadez plomiza para conservar su autoridad; y que la sátira urbana, el estilo festivo y las burlas graciosas, le sientan y no le desdoran. Con esto solo hace ya Velisla un gran servicio á esta nación, donde la manía de la seriedad va llegando á tal extremo, que solo por ser serios han venido á ocupar los puestos más elevados no pocos necios de solemnidad, y donde la risa, tan provocada y excitada de continuo por ellos, y tan difícil de contener por lo tanto, va siendo un delito penado con inhabilitación para ejercer todo cargo público.

Por lo primero que debemos elogiar á Velisla, es por su valor moral. ¿Cómo se ha atrevido á arrostrar la censura escribiendo obritas jocosas? Hecho este elogio, no se le puede negar tampoco el de que las ha sabido escribir muy bien, y el de que, á través de los chistes, se trasluce en lo que ha escrito un alto sentido moral, un juicio recto, y un espíritu cultivado, claro, y capaz de las ideas y sentimientos más nobles. Donde muestra mejor estas últimas calidades, es acaso en los artículos titulados Los dineros del sacristán, Al amor de la lumbre y La exposición de pinturas. Su viveza de imaginación para describir y pintar sitios, personas, campos y monumentos, y su fácil estilo de narrador, y su naturalidad y sencillez en los diálogos, se advierten en casi todos los otros artículos. Por último, en muchos de ellos se nota la inventiva de un ingenio que podría escribir lindísimas novelas de costumbres, si á ello se dedicara, como en Cuatro capítulos de una novela inédita; y en otros, singularmente en El Diccionario y la gastronomía, hay muy fecunda vena de buen humor, de desenfado y de chispa sin chocarrería, lo cual ha sido siempre prenda rarísima y envidiable.

El lenguaje de Velisla es llano y natural, aunque culto y muy correcto, y apenas si se le escapa un galicismo.

Recomendamos la lectura de su libro á todas las personas que se precien de discreción y de buen gusto, y que deseen pasar alegremente algunas horas.


Nuevas poesías, de Narciso Campillo. Cádiz, 1867. Contiene este volumen, elegantemente impreso, 320 páginas, una colección de composiciones líricas que hacen honor á la famosa escuela de Sevilla. Sin que el Sr. Campillo deje de tener su individualidad marcada, se nota en todas sus obras el sello y carácter de la mencionada escuela, de la que es en el dia, á par del Sr. D. Gabriel García Tassara, egregio y esclarecido representante. Así Campillo, como el ya mencionado Tassara, son, sin embargo, los que más se apartan é individualizan y distinguen por lo nuevo y original del pensamiento. Por la forma clásica, elegante y castiza, es el Sr. Campillo más fiel á las tradiciones de su escuela. Sus octavas Al verano parecen escritas en el siglo XVII por el mismo Rioja. En las composiciones que llevan por título Melodía á Rosa, A la melancolía, A Dios y A la muerte de Quintana, y en otras muchas, une el señor Campillo á su elegante manera de decir, una elevada inspiración y una grande abundancia de pensamientos y sentimientos que el espíritu de nuestro siglo ha fecundado y hecho nacer en su alma. En suma, el Sr. Campillo dá pruebas, en el tomo de Poesías de que hablamos, de que las Musas no enmudecen, de que nuestro siglo no es tan prosaico como se imagina, y de que él es uno de los mejores poetas líricos contemporáneos de que puede jactarse con razón la literatura española, tan rica en este género.


El Caballero de las botas azules. Cuento extraño por Rosalía Castro de Murguía. Lugo, imprenta de Soto Freiré, editor. 1867. Esta composición pertenece al género fantástico, que ya en España se ha cultivado con acierto por varios autores, y singularmente por el General Ros de Olano, autor de El Diablo las carga. El ánima de mi madre y El doctor Lañuela. Si con algunos de estos cuentos tiene analogía el de la Sra. de Murguía, es con el último. Con los celebrados cuentos de Hoffmann y de Edgardo Poe no tiene ninguna. El cuento de la Sra. de Murguía es menos extraño, á pesar de que extraño se llama; hay en él acaso menos vigor de fantasía; pero en cambio parece obra de un entendimiento sano y de un juicio recto, y no se vé en él, como en los de Hoffmann y en los de Poe, que el delirio de la fiebre ó de la embriaguez ha entrado por mucho en la inspiración del poeta.

No es el cuento de la Sra. de Murguía de un fantástico que podemos llamar psicológico, como algunos de Mérimée. No puede considerarse lo fantástico de este asunto como un fenómeno interno, profundo, poderoso de un alma, que, en virtud de esa profundidad y de ese poder, se esterioñza, digámoslo así, y se objetiva. Lo fantástico de El Caballero de las botas azules, es objetivo por sí, y tanto que, dentro del mundo completamente real en que el poeta le coloca. El Caballero de las botas azules no puede ser más que una alegoría, aunque el poeta no la descifre ni la aclare. ¿Quién es el Caballero de las botas azules? Es una personificación de la poesía, de la moral, del sentimiento de lo honesto y de lo justo, de la sátira? No lo sabemos. Pero esta misma vaguedad y esta ignorancia y duda en que nos deja el autor, hacen el principal hechizo de la obra. Si El Caballero de las botas azules fuera clara y terminantemente la personificación de una virtud, de una calidad, de una idea, el cuento sería frio y poco interesante. Su protagonista, que tal como está representado tiene cierta consistencia y cierta personalidad distinta, vendría á reducirse á nada, á una nueva figura de retórica. Lo singular es que el interés del cuento está en saber quién sea El Caballero de las botas azules. Todo Madrid, en la ficción de la novela, se muere de curiosidad por saber quién es ó qué es, y qué son sus botas; y los lectores del cuento se sienten atacados del mismo mal y deseosos de saber quién sea el tal caballero.

Los lances y aventuras del cuento son bastante ingeniosos, y algunos personajes están magistralmente trazados, como el del egoísta perezoso, el de Doña Dorotea y el de la inocente y sensible Mariquita. En varias escenas de la vida cortesana hay cierta inexperiencia propia de una persona que ha hecho vida muy diferente.

Los diálogos son muy animados, naturales y discretos. El lenguaje fácil, claro y castizo, salvo algunos galicismos que sin esfuerzo hubieran podido quitarse.

En suma, el cuento extraño se lee con gusto, que es lo que más importa, y lo que más habla en su favor, y nos dá á conocer que su autora, si cumple lo que promete en su primera producción de esta clase, podrá ser una excelente novelista.