Serenata (Silva)

De Wikisource, la biblioteca libre.
Ir a la navegación Ir a la búsqueda

Es el bardo que dijo en romance galano
la legendaria historia del paladín audaz
que a las moriscas gentes abatió con su mano
que fue timbre y orgullo del valor castellano,
que de vencer a un mundo, se dijera capaz.

El que al pie de la reja de tu ventana gótica.
entona la vibrante, y amorosa canción,
que en su pecho ha nacido, como una flor erótica
como una roja rosa, perfumada y exótica,
para que tú la pongas, en tu ducal blasón.

¡On blonda Castellana!... ¡Mi Castellana blonda!
estrella de mis noches de pena y aflicción,
por quien el bardo amante, bajo la ojiva ronda,
sufriendo una incurable herida, roja y honda,
que tus ojos le hicieron en pleno corazón...

¡On blonda Castellana, que en los torneos galantes
aclamaron la Reina de Belleza sin par,
los bravos fijosdalgos, los de los tiempos de antes,
los de la espada al cinto, los del porte elegante,
que por una sonrisa se dejaban matar.

Reina y Señora mía, por quien mil trovadores
entonan sus rondeles, bajo del ventanal;
Reina, por tu belleza, de las fragantes flores
que para Ti, despiden embriagantes olores,
perfumando la estancia de tu mansión feudal;

por Ti, canta la fuente del parque cristalina
su canción, melodiosa serenata de amor,
y el ramaje verdoso entreteje una fina
labor, y así proteje tu frente alabastrina
para que no la hiera de Febo el resplandor.

Por ti, los paladines a tu beldad rendidos,
hacen lujo en la liza, de valor sin igual,
que ante tus pies, se postran: vencedor y vencido,
pues Tú, sola eres Reina, pues por Ti ha perdido
su corazón y su alma, toda la Corte Real.

Por tu blancura, celos padece el Marqués Lirio,
y diamantes y perlas se han negado a brillar
en nuestro pecho, porque, han sufrido el martirio
de ver, que ante tus ojos, eran cual blanco cirio,
que quisiese a dos soles, con su brillo igualar.

Y yo, bardo de raza, de los viejos troveros
que a la luz de la luna, cantaban su canción,
y que por su Señora, cruzaban los aceros,
y en la caza, servíanles de fieles halconeros
recibiendo por pago, de ellas el corazón;

Os doy el alma entera, ¡Mi Reina, mi Señora!
os doy mi alma entera, mi alma de Trovador,
pobre alma vagabunda, que serlo a Vos adora...
pero, si la rehusares, matadme mi Señora,
matadme con tus ojos:quiero morir de amor!