Vargas Vila en su librería

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Lira póstuma (1917) de Rubén Darío
ilustración de Enrique Ochoa
Vargas Vila en su librería
Eva

VARGAS VILA EN SU LIBRERÍA


En su maravillosa vida trabaja quieto.
El reloj da su hora con tranquilidad.
Pasa un soplo de biblioteca: Ya es Bagdad
o Inspruck, o bien algo que habla de Paracleto.


No sé si a veces su verbo ágil al conceto
en su enérgica forma pasa la Humanidad
en un exceso de pasión o de verdad.
Yo se que le conozco, le mido y le interpreto.


Desconfía de los que se apropincuan al daño
de ese querer usual que cariños no finge,
pues siendo bachiller le doctoró el engaño.


Así su amor no corta ni su afecto restringe
sino cuando tritura muy cuerdamente, al paño
la ración de miserias con que ayuda a la esfinge.