A la luna (Valdés Mendoza)

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

A LA LUNA.

A R.


Salve, lumbrera bella de la callada noche,
Henchido de entusiasmo te mira el corazon,
Vertiendo placentera desde tu exelso coche
Consuelos al que gime y al bardo inspiracion.


El pecho palpitando de gozo y alegria
Te ofrece enardecido sus cánticos de amor,
Que á mí me cansa, joh luna! la claridad del dia,
Me oprimne su hermosura, me mata su esplendor.


Yo anhelo de la noche la plácida frescura
Sobre mi jóven frente sentirla reshalar,
Y ver como vagando la brisa en la espesura
Las blancas hojas besa del nítido azahar.


Y ver como cuajadas las gotas de rocío
Le roban a las perlas su diáfano color,
Y ver la tortolilla bañándose en el rio
Exenta de los tiros del duro cazador.


Yo quiero esos acentos sublimes y armoniosos
Brotados de los senos del gigantesco mar,
Sentirlos acercarse, y luego vagarosos
De súbito perderse, de súbito sonar.


Yo quiero reclinada bajo un rosal de Cuba
Ceñida la cabeza de cándido jazmin,
Que mi cancion se eleve, que hasta los cielos suba,
Y allí la guarde tierno de Dios un querubin.


Cuántos hechizos, cuántos de un gozo indefinible
Le brindas blanca luna al mísero mortal,
Cuando entre nubes bellas te muestras apacible
Y ostentas esplendente tu rostro celestial.


Y ¿quién serás? ¡oh reina del claro firmamento!
Tu fúlgida existencia no puedo comprender,
Que siempre se confunde y muere el pensamiento,
Cual ola desgraciada al punto de nacer.


¿Serás tal vez la maga que escucha cariñosa
De los amantes fieles el triste suspirar,
Y de sus almas puras la pena congojosa
Sensible y compasiva te place consolar?


¿O acaso del eterno un ángel destinado
Para pesar del hombre la criminal accion,
Y al verlo de maldades y vicios circundado
Te ocultas abatida en tu alto pabellon?


Por eso muchas veces he visto tristemente
Cubrirse tu semblante de pálido capuz,
Por eso muchas veces te nublas de repente
Y ocultas los reflejos de tu admirable luz.


Mas son delirios vanos, ensueños ardorosos
Lanzados al mirarte del vivo corazon,
Fantasmas altaneros que vienen engañosos
A oscurecer la antorcha feliz de la razon.


Jamás, hermosa reina del claro firmamento,
Jamás podré un instante tu vida comprender,
Que siempre se confunde y muere el pensamiento
Cual ola desgraciada al punto de nacer.


Esconde en tu albo seno los fúlgidos arcanos
Velados á los ojos del mundo terrenal,
La ciencia de la tierra, los cálculos humanos,
Se estrellan en tu trono de límpido cristal.


Mas yo quiero sentada bajo un rosal de Cuba
Ceñida la cabeza de candido jazmin,
Que mi cancion se eleve, que hasta tu sólio suba,
Bien seas preciosa fada, ó tierno querubin.